domingo, 29 de agosto de 2010

LOS QUE SE FUERON




Por esta ocasión, pido a los lectores de mis notas me permitan hacer una reflexión alejada del interés objetivo y frío. Pretendo caminar por el difícil filo de lo subjetivo, al hacer una revisión de tres amigos que murieron en el lapso de poco más de un año, y a quienes conocí bajo distintas circunstancias y de los que puedo decir me marcaron por su concepto de la vida y su relación con el mundo que los rodeó.



Puedo afirmar que los tres fueron personas con calidad humana más allá de lo común. Otra de sus características, fue que sus valores los llevaban a actuar de una manera que fuera coincidente con su forma de pensar, antes de preocuparse de lo que los demás pensaran de ellos. Era común también su concepto sobrio de la vida. Otro elemento que los identifica, quizá el menos importante, es haber sido víctimas de fallas cardiacas.



El primero en desaparecer fue don Alfonso Díaz Morales, fundador --de joven-- de su partido político, el PAN. Contra lo que pensábamos los que no lo habíamos tratado, no concebía la ideología como algo excluyente e inmutable, era una persona tolerante con el pensar de los demás y en muchos conceptos coincidía con quienes se esperaba que hubiera divergencia.



Una de las grandes lecciones que nos proporcionó, fue el construir su vida al lado de importantes personajes del siglo veinte en el Estado. José Garibi Rivera y Efraín González Luna, fascinantes personajes a los que sirvió, al primero como Secretario Auxiliar y al segundo como Secretario Particular. Así conocimos a través de sus vivencias los grandes eventos que marcaron la época por la que cruzaron esos personajes y que don Alfonso describía con detalle.



Fue además don Alfonso culto viajero, visitó ocho veces el continente europeo, alguna vez acompañado de otro célebre personaje don Ignacio Díaz Morales, reconocido arquitecto y urbanista. Conocía dicho continente en detalle. Con él se visitaban teatros, museos, restaurantes y hasta cantinas, conociendo las anécdotas y características de los lugares, lo que volvía sumamente atractivas las visitas.



Fue hasta el final de sus días un excelente anfitrión, no bien se llegaba a su casa cuando le entregaba en mano una copa de tequila, en su estudio poblado de muebles y libros antiguos, como hombre conocedor del arte y la cultura que era, o en su jardín rodeado de fotografías de la Guadalajara de principios del siglo veinte. Don Alfonso nos regaló a quienes lo conocimos y tratamos, no solo su amistad sino su gusto y alegría por la vida.



El segundo en fallecer fue Jorge Romo Barba, originario de Valle de Guadalupe, donde fue Presidente Municipal y arraigado vecino. Su partido, el PRI, desaprovechó su carisma y liderazgo en la zona de los altos donde pudo haber sido un excelente diputado y desde luego un líder regional, si se le hubiera otorgado la oportunidad, por el conocimiento de la región que tenía y su capacidad para acercarse y relacionarse con la gente. Fue una persona de calidad humana indiscutible y honradez a toda prueba, grande herencia que dejó a su familia que como sus amigos deben seguirlo extrañando.



Finalmente el tercero en morir fue Gerardo Meléndrez Hernández con quien me unió una amistad de muchos años. Tenía formación académica de filósofo, lo que no lo limitó en explorar otros campos, quizá el que más desarrolló el de la Planeación Estratégica, tema en que sin duda fue uno de los mejores. Como testimonio personal, puedo decir que lo que conozco de planeación, y que me ha sacado de no pocos apuros, se lo aprendí a él en las innumerables horas en que trabajamos juntos.



Era Gerardo además una persona que cultivaba con calidez a sus amigos. Los mejores discos de que he gozado son los que él me obsequió. Música de compositores olvidados, de interpretes excepcionales que nunca supe donde encontraba, música universal o nacional. Siempre encontraba aquello que era valioso para quien recibía el regalo.



Me regaló también innumerables libros, algunos de los cuales le dieron dificultad su encuentro; por ejemplo, recuerdo que alguna vez le comenté que no había podido encontrar una edición de Marcel Proust de En Busca del Tiempo Perdido, colección de siete volúmenes, a la que se dio a la tarea de encontrar. Al final me trajo la colección El Libro de Bolsillo de Alianza Editorial, misma que conservo con especial deleite y a la que regreso recurrentemente para nutrirme de la fluida, intensa y vivencial prosa del autor.



Sirvan estas notas para recordar a estos personajes que dejaron huella profunda en quienes los conocimos y tratamos a la vez que aprendimos y disfrutamos de su presencia. Dejaron en nosotros su marca sin estridencia ni escándalo, antes bien nos dejaron un recuerdo suave pero imperecedero y la lección de cómo debe abordarse la vida.



1 comentario:

  1. Recordamos al Licenciado Gerardo Meléndrez Hernández, este 1ro. y hasta el 3 de noviembre, en su casa: la Dirección de Planeación, Av. Avila Camacho 1015 7mo. piso. A todos nos regalo lo casi imposible, casi porque él lo hizo posible. Claudia Romero.

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