jueves, 14 de marzo de 2013

LAS FALACIAS DEL MANDO UNICO






Uno de los temas favoritos de la seguridad pública en los últimos años a consecuencia de la fuerte presencia de la delincuencia en el país, es el del mal llamado mando único. Se ha presentado una opinión en todos los niveles de gobierno sobre la necesidad de unificar mandos en las policías, siguiendo ejemplos de otros países que de alguna manera se consideran eficientes.

La propuesta surgió de la incapacidad de las distintas corporaciones por enfrentar la inseguridad que padecen muchas regiones del país, en las que la delincuencia organizada se ha apoderado de espacios que el Estado ha abandonado. Con la modalidad además de la aparición de grupos que se autodenominan de autodefensa, sin que haya certeza de su origen y su organización y tampoco sobre quien las propicia o genera.

El fenómeno de la seguridad pública de por si complejo tiene muchas aristas, desde la falta de profesionalismo y consolidación de cuadros, que son movidos al capricho de cada nueva administración. La corrupción crónica de los organismos ligados a las distintas etapas de la seguridad pública, hasta la incapacidad para entender y abordar el fenómeno, son razones asimismo más que suficientes, para no resolver el problema.

La tendencia a creer que el asunto puede atenderse a partir de la creación de un mando único, entiéndase una sola corporación, surge sobretodo como reacción a un problema coyuntural, la explosión de las bandas dedicadas a los negocios de las drogas en el sexenio que acaba de terminar. Fenómeno que se habría enfrentado con éxito de haber tenido cuando menos una estrategia integral y la coordinación de todas las corporaciones de gobierno.

No influye menos en la insistencia del tema, la incapacidad que han mostrado las corporaciones de los distintos niveles de gobierno para brindar resultados y abatir y controlar la alta incidencia de infracciones, que repercuten en inestabilidad gubernamental e inseguridad de personas y familias.

Uno de los efectos más perniciosos del asunto es el alto grado de impunidad que existe en el país, propiciado precisamente por la falta de eficiencia de las instituciones de prevención y persecución del delito. Es de todos sabido que una gran cantidad de delitos no son denunciados porque se conoce el resultado nulo de las investigaciones, en el menor de los casos y en el peor cuando resulta la complicidad de dichas instancias, con la delincuencia. Los únicos datos confiables sobre denuncias, son aquellos que por razón y necesidad de obtener los pagos de seguros, se vuelve indispensable la denuncia.

Como ejemplo ilustrativo podemos considerar el intento del gobierno estatal anterior por crear en 2011 la llamada Policía Acreditable o cuerpo de élite, para lo que contó con un presupuesto que le otorgó el Sistema Nacional de Seguridad Pública por cien millones de pesos. Sin embargo cuando se realizó la convocatoria para contratar elementos con el perfil solicitado, resultó en fracaso por el desinterés de los jóvenes de incorporarse a una policía estatal desprestigiada. La alternativa fue que dicho cuerpo fuera integrado con una selección de personal de la propia policía estatal, por lo que de cuatrocientos elementos que debería tener la Policía Acreditable, solamente la integran cien.

Evaluar el asunto del mando único nos lleva de alguna manera a consideraciones de distinto tipo. Desde el ángulo práctico podremos decir que se está tratando de resolver el asunto con método inverso, esto es, se tiene un mando que será el responsable de hacer eficiente la estructura policial y eso no ha resultado en épocas anteriores, antes bien se mantienen los criterios de autoridad vertical, lo que equivale a considerar que la solución es la disciplina seudo militar y el ejercicio de la fuerza.

Bajo esta consideración lo que se obtiene es un ente burocrático, que acumula los vicios de todas las corporaciones y probablemente los potencia, ante la imposibilidad de ejercer una supervisión cercana y personalizada, generando en realidad una monstruo abusivo e incompetente.

Desde el aspecto teórico debemos considerar que ese tipo de soluciones va contra el concepto de federalismo, siendo la entidad más afectada el municipio. La razón elemental es que no ha consolidado el servicio de seguridad pública porque no ha habido programas que institucionalicen la función, como no los ha habido en ninguna vertiente de la administración pública municipal.

El país ha vivido desde la independencia una histórica tensión entre los conceptos federal y central. En el siglo pasado se pasó del centralismo autoritario de Porfirio Díaz a la simulación de un país federal, que ejercieron los gobiernos del PRI. Para los mexicanos y como consecuencia del centralismo autoritario, el federalismo quedó asociado a la democracia y la libertad política. En la década de los ochenta y siendo Presidente de la República Miguel de la Madrid, se logró un avance importante en el fortalecimiento del municipio al reformarse el artículo 115 constitucional, que entre otras funciones le otorgó el ejercicio de la seguridad pública.

Sería un retroceso a casi treinta años de distancia, quitarle esa facultad al municipio, que si bien no ha logrado consolidar el servicio, tampoco se le ha otorgado el apoyo suficiente para lograrlo. Los últimos años se le han dedicado asesoría y recursos, que de alguna manera lo conduce hacia la profesionalización de sus órganos policiacos, sin embargo necesita de más tiempo y esfuerzo para su maduración.

En otras palabras el mando único no resolverá el problema de la inseguridad, lo que se obtendría es una dudosa coordinación de operación, misma que se puede establecer mediante protocolos para emergencias, a partir de las células municipales, estatales y federales, de organismos profesionales con un alto nivel de capacidad operativa.

A final de cuentas lo que falta es desarrollar una mejor organización de las corporaciones y un alto nivel de profesionalismo de sus cuadros básicos y de dirigencia, para brindar los resultados que la circunstancia requiera. El abordar el problema de esa manera tendría que ser de la base hacía la cúspide, para que con cuadros y organización adecuados, pueda crearse el mando único para operación circunstancial. El abordarlo desde la cúspide y sin los cuadros con la formación requerida, es seguir con la improvisación que al final nos deja lo menos, como al principio.


sábado, 2 de marzo de 2013

LOS RETOS DE ARISTOTELES SANDOVAL





Administrar y dirigir una entidad como Jalisco es una misión de alto grado de dificultad, a esa circunstancia habría que agregar las condiciones en que las administraciones, sobre todo la última de Acción Nacional la han dejado, lo que convierte la labor del nuevo gobernador en ardua y sumamente complicada.

Podemos iniciar por el desconocimiento de los procesos administrativos que mostraron las administraciones pasadas, además de los tradicionales vicios que carga toda administración en el país, llámese federal, estatal o municipal, que las han convertido en ineficientes, deshonestas y como consecuencia excesivamente costosas, para una sociedad con múltiples carencias.

Los procesos de planeación por ejemplo, han sido llevados por cerca de treinta años con una sistemática manipulación y ejercicios simulados que no han permitido armonizarlos e integrarlos con los verdaderos programas y proyectos operacionales, alejando la planeación de la realidad de las necesidades de la administración pública, lo que la ha convertido en irreal y ajena a las políticas públicas.

El ejercicio presupuestal por su parte ha sido un verdadero abuso, dejando el Estado en un severo problema de endeudamiento, lo que dificultará la capacidad de operación y la ejecución de programas, además de la carga financiera que significará el pago de intereses y capital acumulado en los siguientes periodos de gobierno.

Vicios acumulados en todas las vertientes de la administración pública harán sumamente difícil superar la maraña de intereses creados que dejan como herencia las administraciones panistas. Entre ellos podemos mencionar los que existen en las áreas de educación, tema difícil de por sí y nunca debidamente abordado por los gobiernos. En los últimos sexenios se dedicaron a granjear y cultivar los viciados liderazgos de las secciones sindicales y la élite burocrática, con sueldos excesivos y prebendas, que pusieron en aprietos las finanzas estatales y de paso violentaron el ejercicio de los fondos federales como el Fondo de Aportaciones para la Educación Básica y Normal. De este fondo se vienen arrastrando señalamientos de la Auditoría Superior de la Federación desde el año de 2006. En el mes de febrero conocimos las anomalías del año 2011, de las que lo mínimo que se puede decir es que se abusó. Falta conocer el último año de Emilio González. Hablamos únicamente de lo referente a las auditorias del órgano federal, porque las cuentas estatales están cubiertas por un oscuro manto de opacidad.

Ni que decir que se dejó de lado el asunto central de la problemática educativa, enfocar las acciones de gobierno en los protagonistas, esto es en el alumno y el profesor. Elementos descuidados por gobiernos ignorantes de su compromiso social e histórico.

La seguridad pública por su parte se convirtió en el problema más agudo con la indolencia y burocracia de la Procuraduría de Justicia del Estado, así como los abusos y violación sistemática de derechos humanos de la Policía Preventiva Estatal. Se dispararon las denuncias por delitos de todo tipo sin encontrar (pareciera que ni lo intentaron), la solución para frenar el crecimiento delictivo.

Por otra parte el desarrollo económico del Estado se encuentra frenado por fenómenos como las crisis internacionales, las del país y la indolencia de los gobiernos locales. Se encuentran las familias atrapadas en una tensión permanente por no obtener ingresos mínimos para una supervivencia decorosa. Las empresas locales están en una crisis permanente ante la ausencia de mercado para sus productos, la falta de apoyos institucionales y la orientación profesional, asuntos de los que los gobiernos han sido omisos.

En lo que se refiere a los recursos naturales cada día se encuentran más expuestos a la destrucción y daño sistemático. A pesar de las enormes inversiones que se han realizado en plantas de tratamiento de aguas residuales, no existe tratamiento eficiente de las aguas de las zonas  urbanas. Antes bien ante las recurrentes crisis económicas que padecen las administraciones municipales, muchas de las plantas que venían funcionando han dejado de hacerlo, en tanto que las plantas de la Zona Metropolitana se encuentran sin operar en su capacidad proyectada. Todo ello sin considerar que no estamos cuidando nuestra principal fuente de abastecimiento, la Cuenca del Lerma, que se encuentra permanentemente amenazada por la contaminación y la explotación excesiva.

Los bosques por su parte, son agredidos por los intereses que se encuentran incrustados en las áreas de gobierno encargada de protegerlos. La corrupción permea hasta los centros de decisión que permiten su depredación, como ocurrió recientemente con los bosques del Nevado de Colima.

Otro problema grave que se encuentra permanentemente al borde de la crisis, es el crecimiento anárquico de la Zona Metropolitana de Guadalajara, que en el absurdo de los fenómenos sociales tiene más del sesenta por ciento de la población del Estado, con el consiguiente desequilibrio que se genera en el desarrollo de las otras regiones.  Los fenómenos generados  son la mala calidad de los servicios y el colonialismo interno que se manifiestan en criminalidad, violencia intrafamiliar y abusos sistemáticos de las corporaciones policiacas.

Dentro de la problemática que afecta a la Zona Metropolitana está la deficiencia de la movilidad urbana y su fenómeno central el transporte público, cuellos de botella con múltiples aristas e intereses, que dificultan la solución a los gobiernos.

Esos son problemas que hereda el nuevo gobierno, todo ello sin dejar de considerar la falta de una administración pública profesional en todas sus vertientes, desde la atención al público y la ejecución de proyectos hasta la eficiencia en los servicios. Enormes retos para cualquier administración.

Como si todo ello fuera poco, a la nueva administración en el primer round las circunstancias la encontraron con la guardia descuidada, propinándole severos derechazos, que le provocaron cabeceo antes de medir el oponente y calentar los guantes.

Sin duda la administración de Aristóteles Sandoval estará sometida a una fuerte presión, por lo que tendrá que desarrollar habilidades y estrategias para frenar el golpeteo y enfrentar una circunstancia compleja y difícil, fortalecida durante años por gobiernos torpes, ineficientes y un alto grado de deshonestidad.