domingo, 15 de agosto de 2010

EL FRACASO DE LA EDUCACION

A don Carlos Enrigue



Para la población el más preocupante de los rezagos del Estado es la educación. Lo que debiera ser la ocupación central del gobierno, la atención de niños y jóvenes en su formación para enfrentar la vida futura, es al parecer un asunto menor. Una educación burocratizada, víctima de la masificación y el abandono acumulado de los años, producto de la irresponsabilidad, acabó por convertir a los agentes centrales del proceso, alumnos y profesores en actores pasivos y secundarios.



En tanto se atiende con atingencia y exagerado esmero las demandas de la burocracia sindical, la problemática que enfrentan los profesores en el aula es dejada de lado. Así como la calidad de la educación que reciben los educandos en el proceso formativo de capacidades y habilidades acabo por convertirse en un elemento intrascendente para quienes dirigen la educación.



La solución ha sido un asunto largamente pospuesto. Si bien no es un problema solamente local por las implicaciones tradicionales de un sistema centralizado, las fallas de los gobiernos locales serían suficientes para ahogarla. Sumado a lo anterior el temor de enfrentar los vicios enraizados y los intereses creados. Carga la educación entre otros lastres con rezagos de metodología, producto del desconocimiento y la desidia de funcionarios educativos improvisados.



Muchas de las acciones en lugar de resolver han complicado el problema, la promulgación de la Ley de Educación por el gobierno de Enrique Alvarez del Castillo, es un ejemplo de los abusos y errores que se han cometido. Con el afán de fortalecer la sección cuarenta y siete del sindicato, se llevó a la educación a un serio retroceso al poner en manos del organismo laboral las decisiones y procedimientos para promover y estimular a los profesores. El efecto fue que al subordinar la educación a los intereses sindicales, se acabó con cualquier posibilidad de mejorar la calidad en las aulas.



A partir de esa época los órganos de promoción de los profesores quedaron en manos del sindicato, privilegiando la carrera sindical sobre la magisterial. El fenómeno ha llevado a situaciones pervertidas, donde los órganos que debieran ser los supervisados se convirtieron en supervisores. Como consecuencia se generaron círculos viciosos como el nombramiento de supervisores, inspectores y directivos de las escuelas como posiciones sindicales, quienes a su vez aprovechan el control que ejercen para llevar a los puestos administrativos y docentes a sus incondicionales.



Otro caso es La Carrera Magisterial que tenía originalmente la finalidad de estimular al magisterio a capacitarse y de esa manera mejorar la enseñanza. Quedó el programa en manos de quienes controlan los procesos educativos, beneficiando a dirigentes y miembros de la burocracia educativa. El resultado fue una simulación más.



En las metodologías se debe señalar que en la educación persisten los sistemas tradicionales de contenido enciclopédico, con objetivos predominantemente informativos. Los estudiantes deben absorber información de forma indiscriminada sobre cualquier otro criterio y al final del curso es común observar a profesores y directivos desesperados por terminar programas, atiborrando a los alumnos de información de segundo orden.



Olvidan que lo importante es dotar de instrumentos y habilidades al educando para desarrollar su capacidad de investigación y análisis que le permita adquirir los elementos que necesita para su desenvolvimiento futuro. La educación debiera ser eminentemente formativa, en la que se fomenten los valores sociales como la solidaridad, la preservación de los recursos naturales y la convivencia democrática. Debe proporcionarse a los alumnos las herramientas que les auxilien a desenvolverse en la sociedad en forma armónica y que además les brinden la capacidad para tener una mejor calidad de vida y empleos remunerados, buscando su desarrollo integral, fomentando la creatividad y la realización personal.



Una de las prácticas más dañinas en que se ha incurrido es la llamada inamovilidad, que inhibe los movimientos de personal de sus lugares de adscripción, sumada a la exagerada protección que otorga el sindicato a quienes no cumplen con su función o cometen faltas administrativas y aun delictivas. Por su parte los directivos de las escuelas y los profesores se quejan de que los atiborran de tareas administrativas sin un claro objetivo, sobre todo para los procesos de información estadística, mismos que nadie aprovecha y quitan tiempo valioso para atender las tareas sustantivas de la educación.



Es reiterada la queja del nombramiento de funcionarios y directivos de primer nivel por compromisos políticos, desconocedores del tema de la educación y ajenos a la problemática que la envuelve. La mayoría de ellos acaban por los caminos de la improvisación, la ocurrencia y el capricho, con consecuentes políticas erráticas. En los últimos periodos se ha acentuado el vicio de nombrar como funcionarios a personajes ligados a los grupos de poder de Acción Nacional. Entre otros ejemplares de esa especie aparecen miembros de los grupos radicales, cuya misión es promover electoralmente a quien los nombró.



La administración ha sufrido un permanente deterioro derivado del relajamiento de la disciplina, por la tibieza de los gobiernos frente a los intereses que rodean a ese sector. Así los directivos de la educación han permitido que los dirigentes sindicales impongan condiciones a las instituciones. La enorme cantidad de personal comisionado por un lado, por el otro la imposición de condiciones leoninas, ha conducido a la pérdida de autoridad y de los controles, causando la distorsión de los objetivos sustanciales.



La administración de las áreas educativas viene cargando de hace varios periodos con una casta protegida, cuya función es prescindible por sus nulas aportaciones. Existe una cantidad escandalosa de burócratas con funciones inventadas como pretexto para ejercer el gasto corriente. Funcionarios con distintos y variados nombramientos que cobran por decenas de miles de pesos del erario educativo y se dedican a tareas francamente ociosas.



Uno de los recursos que se deben recuperar para que la educación sea valiosa es la identidad de las escuelas, partiendo del principio de que cada centro educativo es una unidad con autonomía, independencia y personalidad propia. Es necesario además aprovechar las experiencias exitosas de otros países. En la ciudad norteamericana de Nueva York por ejemplo, se ideó un mecanismo para que las escuelas públicas compitieran entre sí, permitiendo a los padres de familia afiliar a sus hijos en la escuela que considerasen mejor, por encima de criterios de zonas de residencia. A la vez que la administración de la ciudad premiaba con más recursos a las escuelas con más alto desempeño, el mejoramiento presupuestal se traducía en mejores sueldos y equipamiento de las escuelas. El resultado fue una educación de excelente calidad.



Es factor elemental para resolver el rezago de la calidad educativa además de la implantación de metodologías adecuadas, el firme propósito de enfrentar los vicios que la tienen atrapada. No se debe de perder de vista que una educación de calidad es la primera condición para que la sociedad avance hacia mejores niveles de vida.





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