Aunque
con algunos cambios en los actores la elección para gobernador del presente
año anota ser una calca de la del año anterior en el Estado de México. Se
repiten no solamente las conductas clientelares que llevan irremediablemente a confrontaciones
agresivas, descarnadas y pandilleriles, sino también a propuestas facciosas de
gobierno, que consecuentemente desembocan en posicionamientos de interés tribal
del equipo triunfador.
Lo
anterior deja fuera a lo que podríamos llamar el núcleo de cualquier
democracia, la clase media y pensante y aleja la participación positiva y
armoniosa de quienes actúan con un sentido desinteresado, en busca del bien
social y el avance hacia mejores estadios de bienestar material, convivencia, realización colectiva y personal que conduciría a una sociedad
civilizada, con menor tensión de convivencia y conflicto.
Si
bien en el Estado de México la lucha final se presento entre el PRI y Morena y
un crecimiento inesperado del PRD, en Jalisco los personajes perfilados son
Movimiento Ciudadano y el PRI, teniendo en segundo plano la lucha por el tercer
lugar de los candidatos de Morena y Acción Nacional.
Al
momento y tomando como referente las encuestas de noviembre de Mural, se puede
decir que encabeza el candidato de Movimiento Ciudadano, que en escenarios
distintos plantea que en coalición con el PAN y el PRD obtendría 39 por ciento
y una candidatura de solo Movimiento Ciudadano el 33 por ciento. Si consideramos
que por acciones complejas en algunos municipios, distritos y la candidatura
presidencial se presentan en coalición y en la gubernatura de manera
individual, es difícil establecer cómo reaccionarán al final los miembros y
simpatizantes de Acción Nacional ante las candidaturas al gobierno del estado,
lo que influirá necesariamente en el resultado final del candidato de
Movimiento Ciudadano.
En
el afán de obtener un punto de referencia tomamos el voto de Movimiento
Ciudadano de la elección de 2015 para diputados de mayoría relativa, que nos muestra
un 30.6 por ciento estatal. Así si establecemos la media entre el máximo de los
escenarios de la encuesta de mural para el candidato a gobernador que es el 39
por ciento y la que genera para partido de 2015, tendríamos un 34.8 por ciento.
En
lo referente al candidato del PRI no tenemos información sólida de los medios
de cuál es la posición real de Miguel Castro. El dato más relevante que nos sirve
de referencia es el resultado de la elección de 2015. La votación del PRI en el
estado de candidatos de diputados de mayoría relativa fue de un 28 por ciento, de lo que se ha insistido por
estudios posteriores que el voto firme de ese partido es del 18 por ciento en
tanto el otro 10 por ciento sería del voto simpatizante.
En
lo que se refiere al candidato a gobernador de Morena el doctor Carlos Lomelí,
algunos medios insisten en que mantiene un diez por ciento de la tendencia del
voto, que podríamos considerar como real provisionalmente, en tanto se realizan
estudios confiables que confirmen o modifiquen dichas tendencias.
En
lo referente al PAN las noticias recientes nos informan que el candidato será
Miguel Angel Martínez Espinoza, que con la confusión y desgaste que ha generado
el Comité Nacional tendrá que luchar cuesta arriba en la obtención del voto. A
falta de información confiable podemos recurrir a los resultados de la elección
de 2015, que colocan a Acción Nacional en el plano estatal con un 18 por
ciento.
De
forma genérica podemos encontrar algunos rasgos que pueden influir en el ánimo
del elector para definir su voto. Para el caso de Enrique Alfaro pudiéramos
decir que si bien su administración de Tlajomulco de 2010-2012 dejó un buen
sabor de boca, la administración de Guadalajara de 2015-2018 deja muchas
inconformidades e incógnitas. En el caso de Miguel Castro cuenta en sus activos
la administración de Tlaquepaque de 2010-2012 que dejó una agradable sensación
de honestidad y eficiencia, en tanto que como funcionario del gobierno del
estado a partir de 2012 fue anodina y plegada a los caprichos y veleidades del
gobernador y su grupo.
El
caso de Carlos Lomelí en Morena ha sido de montaña rusa. Logró un
crecimiento electoral importante en Movimiento Ciudadano antes de ingresar a
Morena, aunque su nombre sigue siendo discutido en relación a señalamientos de
participación con grupos delincuenciales, ha logrado rebasar los límites que
algunos observadores le impusieron, aunque habría que esperar el
desenvolvimiento de el último tramo antes de la elección.
Por
lo que se refiere al candidato de Acción Nacional en lo general se le considera
un hombre honesto, aunque se le critica haberse plegado al grupo cortesano de
Emilio González en la Secretaría de Educación y sus resultados en dicha función
como en la Secretaría de Educación Pública con Felipe Calderón, son
insustanciales.
Es
de esperar que antes del arranque de las campañas formales algún medio publique
encuestas con un nivel aceptable de certidumbre, lo que nos permitirá
visualizar con mayor precisión las tendencias de votación. Sin embargo en una
apreciación preliminar podríamos considerar un posicionamiento de Enrique
Alfaro con el promedio cercano al 35 por ciento, Miguel Castro con un potencial
techo de crecimiento del 28 por ciento, Carlos Lomelí luchando por un 15 por
ciento y Miguel Angel Martínez Espinoza en busca del 18 por ciento, lo que haría una suma del 96 por ciento.
En
el escenario anterior se puede considerar que la disputa se presentaría entre los
candidatos de Movimiento Ciudadano y el PRI, en una indigna lucha por el treinta por ciento y
que como decíamos podría acercarnos a la experiencia del Estado de México, en la
que los partidos punteros no escatimaron esfuerzos ilegales e inmorales para
obtener el voto clientelar, a través de chantajes y compra del voto con los
dineros públicos, pervirtiendo de un golpe las administraciones públicas y la democracia.
Los
escenarios que se observan no beneficiarán a la democracia y por consecuencia a
una mejor convivencia social y a la sana administración pública, que son los objetivos
centrales de una sociedad civilizada y moderna.