La
reciente muerte de Efraín González Morfín inició una reflexión sobre lo que han
significado los distintos actores en la democracia en México, además de ubicar
la participación histórica de los partidos políticos y sus personajes. Para el
caso, aun no logra dilucidarse con claridad el perfil de Acción Nacional, sobre
todo en la alternancia, al pasar de la participación testimonial a la
descarnada lucha electoral.
El
padre de González Morfín, al lado del Arzobispo de Guadalajara, José Garibi
Rivera, fue protagonista del desprendimiento de lo que sería el Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente de la Universidad Autónoma de
Guadalajara, movimiento de origen jesuita y con el que seguramente el joven simpatizaba.
Su formación social proviene de espacios de la educación superior de esa orden
religiosa en la que también cursó la educación básica.
La
posición de González Morfín debemos verla no solamente desde el ámbito
estrictamente personal de un personaje de gran conocimiento y cultura, sino
también la localizamos como un eslabón más dentro de la tradición conceptual
política o si se quiere ideológica de esa corriente histórica del país.
Si
hemos de tratar de entender al país desde el ángulo de Don Daniel Cosío
Villegas, que consideraba al PRI y al Presidente de la República como los dos
pilares del Sistema Político, entonces habríamos de concluir que Acción
Nacional vendría a ser como antípoda la otra cara de dicho sistema.
Símil
geográfico que se entiende porque el PRI surge, por un lado, como la síntesis
de pensadores liberales y socialistas, además de integrar a líderes de distinto
origen y formación en la década de los veintes, elementos que cargaría durante toda
su historia y que le han generado no pocas fricciones internas en el afán de
mantener su estructura. La génesis de Acción Nacional, por su parte, entraña la
incorporación de organismos seculares católicos como la Acción Católica de la Juventud
Mexicana, que en algunas vertientes alimentó también a movimientos radicales
como el cristero. Aunque con clara inspiración religiosa, Acción Nacional por
decisión de sus creadores nunca fue un partido católico como sus primos de América Latina, mantuvo
siempre una posición laicista por más que muchos de sus miembros fueran
obstinadamente católicos.
Los
referentes políticos del PRI Gobierno que influyen en la creación del PAN son
sin duda la de los movimientos de izquierda, concretamente el gobierno de
Lázaro Cárdenas, marcadamente sus contenidos de educación universitaria. Así
por ejemplo en la UNAM se presenta la lucha por la Autonomía y la Libertad de
Cátedra, en la que aparece junto a José Vasconcelos, como personaje destacado, Manuel
Gómez Morín, cerebro y creador del partido. Por otro lado en Jalisco es notoria
la definición del autlense Efraín González Luna en el conflicto universitario
local.
Si
bien debe decirse que dichos personajes, los fundadores del PAN, participaron y
se definieron por la concepción antisocialista o si se quiere antigobiernista,
nunca promovieron la lucha violenta. Antes bien se destacaban por su
conocimiento, cultura, humanismo y posiciones pacifistas. Para la época de la fundación
de Acción Nacional, en 1939, González Morfín tenía 10 años. Dichos eventos
debieron dejarlo marcado; además, ¿cómo podría ser ajeno a la influencia de un
personaje de la estatura intelectual y política de su padre?
Sin
embargo, se habría de conocer su liderazgo y su sólida formación, sin duda con
gran influencia paterna, en la década de los sesentas, bajo esa figura
religiosa que cambio al mundo: el papa Juan XXIII, con su encíclica Pacem in
Terris y sobre todo con la convocatoria y apertura del Concilio Ecuménico
Vaticano Segundo, que vino a revolucionar no sólo lo teología y los cánones
sino hasta la formalidad centenaria de la iglesia católica, que abarcó desde el
ritual en que el sacerdote oficiaba de espaldas a la feligresía y oraba en
latín para hacerlo de frente y en español y convertir sus cantos en populares,
como la propia concepción de la arquitectura de las iglesias para convertirlas
en abiertas e iluminadas. Ahí está la raíz de la transformación o si se quiere de
la reconstrucción de principios de Acción Nacional que con un bagaje claramente
social, y que algunos llegaron a catalogar de izquierdismo en una aparente
contradicción con los creadores del partido, impulsaron Adolfo Christlieb
Ibarrola y sobre todo Efraín González Morfín.
El
giro fue tan fuerte y dramático que dentro y fuera del PAN generó desconcierto,
al extremo de que la posición del propio líder del partido (Christlieb
Ibarrola) se tachó de comunista en su propuesta solidaria con el movimiento estudiantil
de 1968. Dicha posición generó además una contradicción dentro de las corrientes
progresistas de los otros partidos, que sintieron se les arrebataban las
banderas sociales por quienes consideraban conservadores.
La
coherencia de pensamiento de dichos personajes se manifiesta en la historia
posterior de su partido, misma que sostiene González Morfín cuando asume el
liderazgo del mismo. Sin embargo, como era de esperarse, las corrientes
pragmáticas hicieron alianza con las conservadoras y lucharon para recuperar lo
que creían les pertenecía, la conducción de su partido por los caminos de los
intereses y las posiciones de tradición católica conservadora.
A la
luz de lo que es ahora Acción Nacional y su desastrosa actuación como gobierno,
se observa su historia como una ruta de grandes contrastes y conflictos, en la
que habiendo sacrificado a sus mejores hombres no encuentra el equilibrio entre
la posición que ellos llaman moral y el pragmatismo. Así, a la distancia, no
podemos dejar de observar las decisiones conceptuales bajo los valores de la
honestidad que el propio partido construyó, una posición testimonial para
marcar las grandes fallas de sus antípodas del PRI, destruida en su ejercicio
de gobierno bajo los intereses de un utilitarismo ramplón.
Incorporar
sin conflicto al epistolario partidista el legado de los grandes personajes que
emanaron de él, es el desafío del PAN para lograr la coherencia entre su
prédica y la acción, bifurcación que se antoja imposible de superar para reunir
en una sola corriente las aguas sin aparecer como contradicción. El mayor reto
será incorporar el legado de González Morfín sin que tenga sentido utilitario.
Asumir al personaje con sus ideas y sus acciones coherentes, que podrían convertirse
en ejes de una nueva visión de la propuesta política de ese partido, en la
búsqueda de la ruta extraviada y el regreso a sus orígenes inspirados en la
ética católica, la doctrina social de la Iglesia y la solidaridad social.