domingo, 8 de agosto de 2010

LOS VERICUETOS DE JUAN RULFO







Juan Rulfo como James Joyce fue dejando pistas para descubrir las verdades o medias verdades que se ocultan en su obra. El mismo en alguna entrevista con su socarronería dijo que los personajes no eran reales o que tal vez si.



En los acercamientos a la familia que han realizado los estudiosos del escritor y su obra, aparecen los miembros de la rama paterna con prolija información. Sin embargo de la materna se conoce poco.



El escritor como es sabido, fue un apasionado de la historia regional, misma que persiguió hasta archivos del sur de los Estados Unidos de Norteamérica donde lograron sobrevivir parte de los documentos a la barbarie destructiva de las revueltas.



Entre las conclusiones a las que llegó Rulfo en sus estudios fue que muchos personajes venían huyendo de alguna fechoría de su país y para no ser localizados se cambiaban el apellido, poniendo en su lugar el gentilicio. Así surgieron los Gallegos, Madrid, Zaragoza, Zamora, León, Valencia, Córdoba, Aragón. En entrevista con Luis Harss en 1966 afirmó que se apellidaba Vizcaíno por el lado materno. Todos los Vizcaínos eran delincuentes dijo, era muy común entre esos hombres cambiarse el nombre. En lugar del patronímico ponían el nombre geográfico.



La razón por la que se conoce poco de sus personajes es precisamente que la mayoría de ellos están tomados de la rama materna. Los investigadores que trataban de encontrar las claves se encontraban con la reticencia de los familiares de Rulfo que se avergonzaban de sus parientes. Una frase popular en la región describe la causa: “Todos los Vizcainos están locos”. Así deliberadamente se fue induciendo la ruta equivocada.



Debe aceptarse también que aunque a Rulfo no le preocupaba la buena fama de la familia, tampoco mostró demasiado interés en dirigir a los estudiosos en el origen de sus personajes. Dejó las interrogantes para que la posteridad las resolviera.



De los elementos que marcaron a Rulfo en su niñez destaca la muerte de sus familiares cercanos. Cuando apenas contaba con 4 años en 1921 muere su abuelo materno, en 1923 cuando tiene 6 años es asesinado su padre, a los 7 en 1924 muere su abuelo paterno y a los 10 años en 1927 muere la madre. El otro factor que lo marca es el internado en el colegio Luis Silva, donde según sus propias palabras vivían encarcelados sufriendo la disciplina de una correccional.



La genialidad del escritor es impulsada por una traumatizada niñez, rodeada de violencia y abandono. Ahí se acerca y toca a otros genios como Dickens o Chaplin. La fuerza de la narración y de sus desgarradas historias está alimentada por esas experiencias. Origen sin duda asimismo, de terribles depresiones solo superables a través del alcohol.



La ubicación geográfica de la infancia de Rulfo y donde se ubican sus relatos es conocida como el Bajo Sur de Jalisco. Si bien algunas veces los acontecimientos se desbordan y rebasan la cadena montañosa que rodea el llano para llegar a Sayula, Talpa o Colima.



El primer boceto de Pedro Páramo se localiza en la narración llamada “Un Cuento” y donde el nombre del lugar no es Comala sino Tuxcacuesco. Aunque los rasgos distintivos de la obra se acercan más al poblado conocido como Apulco el lugar de residencia del abuelo materno Carlos Vizcaíno y donde algunos investigadores señalan como el lugar de nacimiento del escritor. El poblado se ubica en el margen del río Tapalpa que hasta las primeras décadas del siglo XX mantenía corriente de agua durante todo el año, presumiblemente donde se bañaba la idolatrada Susana San Juan.



Carlos Vizcaíno Vargas sin rasgos de mestizaje, es el típico representante del criollismo español. Su raza carga con la historia europea en una fusión de tribus de la antigüedad, iberos, bretones, celtas, mezclados con descendientes de latinos, etruscos, helenos y producto de las constantes migraciones que se dieron hacia España. Para al final confundirse con las invasiones árabes y el asentamiento de los judíos conocidos como sefarditas, conversos al catolicismo muchos de ellos.



Toda esa riqueza étnica vino a quedar injerta en esta región del país, cuyos antepasados llegaron de Castilla y Extremadura. Aislado por la geografía se desarrolló un enclave medieval donde tanto los amos como los vasallos son de origen europeo, que como afirma el propio autor mantienen un lenguaje castellano del siglo XVI.



Las etnias indígenas quedan aisladas y paulatinamente desaparecen. Salvo como fantasmas que deambulan en los tianguis de la región, bajando de Apango o de la Sierra de Manantlán a vender loza, fruta, manzanilla y tomillo en la Comala de Pedro Páramo, o en el Tolimán de la geografía real.



Muchos de los rasgos de Pedro Páramo, son tomados de Carlos Vizcaíno Vargas entre ellos el nombre del padre, Lucas originario de Tapalpa, la sierra colindante por el norte. La primera posesión de Carlos fue la Piña, que en los símbolos rulfianos podría ser la Hacienda de la Medía Luna. En 1885 adquiere Apulco, al parecer mediante matrimonio con doña Tiburcia Arias. Su feudo creció hasta convertirse en una gran extensión que abarcaba toda la parte fértil del valle, hasta el Palmar de los Camberos.



Otra característica del cacique fue la estela de descendientes que dejó, se le conocían hijos naturales por todo el valle, muchos de ellos producto del abuso. Sin embargo característico de su mundo medieval era un hombre extremadamente religioso, al extremo que dedicó todo su empeño a construir una iglesia que maravillara a la región, tal es la iglesia de Apulco. En mérito de lo cual se trasladó a Roma en un viaje que duró más de seis meses, consiguiendo que la iglesia fuera agregada a la Lateranense de Roma. De donde trajo también el modelo de Altar Mayor.



A través de pequeñas ventanas que nos deja el autor en su narración, es posible lograr acercamientos a personas reales. Así con Carlos Vizcaíno personaje caciquil de la región, que desde luego no fue el único ya que los hubo en demasía, va construyendo el perfil de Pedro Páramo. Ambicioso, despiadado, déspota, por contraparte religioso y temeroso del juicio de Dios. Hombre de profundos claroscuros, odiado, admirado, temido. Siempre rondando la demencia.



El padre Rentería, sacerdote de Comala, que al final abraza la causa de los cristeros quien no puede convivir con su conciencia al permitir y avalar los excesos del cacique y de su hijo Miguel Páramo, se acerca peligrosamente al sacerdote Severiano Romero, quien acompañó a Vizcaíno en su viaje a Roma, con ciertos elementos de quien lo sucedió, el padre Margarito Valera que acabó huyendo hasta ser muerto por los callistas en El Puerto de Toxín.



Un personaje fascinante es Doloritas, la madre de Juan Preciado, que está más allá de la cordillera, en Colima, deseando que su hijo recupere lo que es de ellos. Tiene muchas de las características de Tiburcia Arias la esposa de Carlos, cuya familia llegó al país en el siglo XVI originaría de Andalucía. Es también propietaria de la Hacienda de Zenzontla y la Estancia de Piedra. Abuela materna de Rulfo en la vida real, se percibe en ella una calidez que no tienen otros personajes. Tiburcia puede ser asimismo la abuela de Pedro Páramo, la que le habla cuando se encuentra recordando a Susana San Juan, nos deja el sabor de una abuela protectora tradicional.



Y como si fuera coincidencia Juan Preciado tiene el mismo nombre del autor y la inicial de su apellido real Pérez. Su queja de haber perdido las raíces, de no saber de donde es uno, evoca la nostalgia del Rulfo trashumante.



Otra de las claves ocultas es la familia de Librado, hermano de Carlos Vizcaíno, que aparece como “Los Torricos” de La Cuesta de las Comadres. Conocidos en Zapotlán como despiadados asesinos de arrieros a los que asaltaban para despojarlos de su carga.



Originario de Tonaya encontramos a Rodolfo Paz Vizcaíno, hijo de Magdalena Vizcaíno, hermana de Carlos. Personaje con claros rasgos de desquiciamiento mental, cacique de Tenacatita en la costa de Jalisco, nombrado por Agustín Yánez en La Tierra Pródiga como el Amarillo. Obra en la que se describen los crímenes que cometía. Entre otras muchas barbaridades sometió a la esclavitud a sus trabajadores a través de pistoleros que ejecutaban a quien intentaba escapar. Para luego como el tío Carlos, arrobarse en la oración en el templo cristiano.



A final de cuentas Rulfo convivió con la violencia, la locura y el odio. Y sin embargo la poesía y la belleza brotaban en su entorno. En su vida de extremos se regodeo en la narración, sufrió las depresiones, la incomprensión de sus familiares y el alcoholismo. Y para quienes conocieron a la familia sucedieron cosas extraordinarias, como que le fuera compuesta a su hermana menor Eva la canción Luna de Octubre por José Antonio Michel, a la sazón Secretario del Ayuntamiento de Tonaya y posterior creador del trío de Los Hermanos Michel.



Bibliografía:
Aguilera Lozano, Guillermo C. Apuntes de Juan Rulfo. Guadalajara, Jal., 2004.
Brambila, Crescenciano Pbro. El Nuevo Obispado de Autlán. Obispado de Colima. Colima, Col., 1962.
Campbell, Federico. La Ficción de la Memoria. Juan Rulfo Ante la Crítica. Ediciones ERA. UNAM. México, 2003.
Villaseñor y Villaseñor, Ramiro. Bibliografía. Juan Rulfo. UNED. Guadalajara, Jal., 1986.

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