domingo, 5 de septiembre de 2010

FIGURAS PARALELAS


La tesis que en este trabajo se plantea para algunos puede parecer una aberración o cuando menos una exageración, sin embargo para quien escribe estas notas, cada vez que revisa la información que está a la mano, no encuentra otra respuesta en la historia de Jalisco. En la primera mitad del siglo veinte existen dos hombres que en contradicción ideológica y forma de pensar disímbola, son sin embargo semejantes en más aspectos de lo que se hubiese pensado. Personajes que estuvieron en bandos contrarios de la educación universitaria y las luchas partidistas, que sin embargo tienen características que los acercan, formación cultural universal, conocimiento profundo de su realidad y un alto concepto de la solidaridad humana.



Enrique Díaz de León fue fundador de la Universidad de Guadalajara junto con José Guadalupe Zuno, Silvano Barba González y Constancio Hernández Alvirde. Su concepción socialista lo acercó al cardenismo y aceptó sin resistencias la educación universitaria como Educación de Estado.



Por su parte Efraín González Luna simpatiza en 1935 del desprendimiento ideológico del movimiento que creó la Universidad Autónoma de Guadalajara, al inclinarse por la Autonomía y la Libertad de Cátedra, principios con los que se identifica con José Vasconcelos y Manuel Gómez Morín, que luchaban por emancipar a la Universidad Nacional de la influencia del gobierno de Lázaro Cárdenas.



La creación de la nueva universidad es patrocinada por grupos afines al conservadurismo y a la Iglesia Católica. Sin embargo el radicalismo de la dirigencia provoca en 1957 que la corriente moderada, bajo la conducción de la Compañía de Jesús y con ellos Efraín González Luna se desprenda para formar una nueva institución, que se conoce como Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente o ITESO. Dicho rompimiento tuvo tintes violentos a pesar de que la nueva institución de educación superior fue avalada por el Arzobispado en manos de José Garibi Ribera, las propias oficinas del incipiente ITESO, fueron arrasadas por órdenes de quienes dirigían la Universidad Autónoma de Guadalajara.



La historia llevó a ambos personajes, Enrique Díaz de León y Efraín González Luna por rumbos distintos y hasta opuestos en la vida pública. El primero fue legislador y personaje distinguido del PRI, en tanto que el segundo participó en la creación de un nuevo partido político conservador y clerical, el PAN, llegando a ser incluso su primer candidato a la Presidencia de la República.



Ambos escribieron páginas históricas en el Estado, los dos le imprimieron su sello a la entidad hasta el punto que sin su referente no se entendería lo que es hoy Jalisco. La vasta cultura que los caracterizó complementa su imagen y enriquece su presencia, los convierte en guías de las nuevas generaciones, que tratan de encontrar los símbolos de un siglo en que todo lo allana el pragmatismo.



Para el historiador José Cornejo Franco, Enrique Díaz de León era “comprensivo, indulgente, amigo de persuadir, aun cuando empleara el tono vehemente y al parecer autoritario”. Es además el personaje de cultura y refinamiento por antonomasia de la Universidad de Guadalajara, identificado con la picaresca española, con Lope de Vega y con Quevedo, a la vez que fue conocedor profundo y erudito de la literatura francesa, tenía especial inclinación por Marcel Proust y su obra magnífica. Se acercó a los románticos y modernos, Víctor Hugo, Musset y Espronceda, como Heredia, Baudelarie, Verlaine y Samain. Melómano y pintor era un hombre de gran bagaje cultural. Alguna vez Agustín Yañez dijo de Díaz de León, que era “espíritu al que no es ajena ninguna inquietud”. Como una paradoja de su pensamiento socialista, igual que Barba González que fue seminarista de San Juan de Los Lagos, Enrique lo fue del Seminario de Guadalajara.



Por su parte González Luna participa también de aparentes contradicciones, se expresa en Bandera de Provincias, la revista que a finales de la década de los veintes edita Agustín Yañez Delgadillo y traduce el primer tomo de “Ulises”, la novedosa y polémica obra de James Joyce, que por lo demás estaba prohibida su distribución en los Estados Unidos de Norteamérica y en México había sido anatemizada por la Iglesia Católica, para la que González Luna era un personaje cercano.



Para sus seguidores González Luna es filósofo, abogado, maestro y humanista. Para quienes no lo conocimos es el inspirador de organismos como el Patronato del Agua Potable de Guadalajara ahora denominado Sistema Intermunicipal del Agua Potable y Alcantarillado, el Consejo de Colaboración Municipal de Guadalajara o bien el alma de las reformas legales del gobierno de Jesús González Gallo, así como cercano asesor del Arzobispado de Guadalajara e ideólogo y dirigente de los organismos empresariales de Jalisco.



A la fecha existe una mayor bibliografía de González Luna que de Enrique Díaz de León por razones que no viene al caso describir y que de alguna manera retratan el ambiente en que se han desarrollado los dos espacios en que se desenvolvieron los personajes. Sin embargo en la realidad las dos figuras continúan influyendo sustancialmente en las concepciones políticas y culturales de una entidad, que salvo algunos baches en que la han situado herederos de ambas personalidades, continúa siendo un referente histórico y de identidad del país.





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