martes, 13 de septiembre de 2016

EL ENIGMA DE TLAQUEPAQUE






De los municipios de Movimiento Ciudadano, es Tlaquepaque el que despierta más preguntas e inquietud en el origen y destino de su administración. La candidatura primero y ahora el gobierno han caminado sobre terreno fangoso. Las decisiones erráticas de su alcaldesa prefiguran un destino incierto, que navega entre la inocencia y el capricho, en un mar infestado de intereses que operan en la sombra de la ilegalidad y al margen de los propios partidos políticos.

En la antesala de las elecciones de 2015, despertó curiosidad entre los analistas cual sería el camino que tomaría Movimiento Ciudadano en Tlaquepaque. Conocidos los vínculos del líder estatal de facto del partido con el jefe del poder de dicho municipio quien actúa oficialmente en el PRI, pero mantiene lazos cercanos con Enrique Alfaro y gozó de trato preferencial de Emilio González como gobernante de Acción Nacional.

La necesidad de presentar propuestas públicas coherentes llevó a Movimiento Ciudadano a hacer candidata a alcaldesa a una participante de campañas municipales de Acción Nacional. Algunos observadores llegaron a manifestar que dicha candidatura tenía como objeto facilitar el triunfo del candidato del PRI, que lejos se estaba de pretender confrontar a un aliado en los hechos, como era el grupo en el poder municipal. Lo que no consideraron al tomar las decisiones, fue la irritación de la ciudadanía que deseaba un cambio en el gobierno y que otorgó su apoyo a la candidata del MC. Si bien los márgenes de votación no fueron significativos, si lo fue el efecto de la elección, el desplazamiento de un grupo y un partido que habían gobernado durante varios trienios.

Lo que tampoco nadie esperó fue la actuación de la alcaldesa. Al parecer la inmadurez emocional, la inseguridad de su carácter y el estrés  que le genera el reto de administrar Tlaquepaque, provoca  en ella un actuar impredecible. Si a eso le sumamos la frustración del grupo perdedor y un Ayuntamiento integrado por regidores sin experiencia y administrado por personal inmaduro y sin conocimiento, tenemos una mezcla de efecto explosivo. Los resultados en lo inmediato se manifiestan en conflictos internos y actitudes infantiles, antes que acciones de una administración en busca de resultados.

Así la marca de la casa ha sido agredir a sus aliados y la alta rotación de funcionarios, generando inevitable irritación e inestabilidad en la administración. Por otro lado los señalamientos de favorecer familiares en la nómina y en los negocios públicos son constantes, al tiempo que se violentan los reglamentos para nombrar funcionarios y delegar funciones, así como en las decisiones administrativas en las que el denominador común es el capricho.

Inició la alcaldesa con el desconocimiento de su jefe de gabinete, un prestigiado personaje del partido que la llevó al poder, con actitudes que la demeritan más a ella que al funcionario. Continúo con otros funcionarios de primer nivel, al tiempo que desconoció los derechos laborales de los servidores públicos, lo que llevó a una parálisis de los servicios de la administración. La confrontación con los regidores de su mismo partido es práctica constante, para no hablar de la relación con la oposición.

Dentro de los eventos de la errática administración surgió un hecho aun más desconcertante, la agresión a un mando de la corporación municipal quien fue ejecutado por la delincuencia organizada con su escolta, a escasa distancia del edificio de la corporación. El evento continúa siendo un misterio  porque a la fecha no ha habido entidad de gobierno que lo resuelva, probablemente ante la incompetencia de la procuración de justicia ni haya sido investigado. No se conoce por obvias razones la causa, mucho menos los nombres de los autores intelectuales y materiales.

Lo que si supimos en el corto tiempo fueron los resultados, la intervención del alcalde de Guadalajara para imponer el sucesor del director en funciones. El funcionario renunció ante la evidente amenaza contra su vida. Más extraño aun resultó el nombramiento del sustituto, un policía de Guadalajara cuestionado por investigaciones periodísticas por su relación con la delincuencia organizada.

A un año de la integración de la administración municipal no se observa mejora, antes bien la inestabilidad es la constante, no se aprecia la idea del rumbo a seguir y de cómo hacerlo. No debemos dejar de lado que el triunfo de Movimiento Ciudadano fue por un estrecho margen del 5 por ciento, obtuvo apenas el 35 contra el 30 del PRI. Debe considerarse también que la participación ciudadana fue de solamente el 42 por ciento de los electores de la Lista Nominal, 9 puntos abajo de la participación estatal. Señales claras de inconformidad social que se manifiesta en un segmento importante al no sentirse representado por ninguna de las  opciones en la elección.  


La inquietud sembrada en el camino por los hechos de violencia, la falta de control de las acciones de seguridad pública y la sensación de anarquía que resulta, marcan de incertidumbre el futuro de Tlaquepaque. Sumado a la torpeza con que se administra, estarán las enérgicas decisiones que tomará el grupo tradicional del municipio, en su búsqueda de retomar el control. La proyección de los resultados electorales de 2015 con la baja participación de los electores hacen del escenario de 2018 un verdadero enigma, construido por los errores de quien administra, las contradicciones de la dirigencia de Movimiento Ciudadano, las circunstancias y la sensación de amenaza  de los intereses que actúan en el municipio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario