sábado, 10 de septiembre de 2016

LA ENTRAMPADA ADMINISTRACION DE ZAPOPAN



Las erráticas y desastrosas administraciones en Zapopan llevaron a los electores a un cambio drástico. En una historia de constantes cambios de partido desde la salida del PRI que la heredó al PAN en 1995, en el último tramo encontraron una ventana en Movimiento Ciudadano.

En la elección de 2015 el partido triunfador obtuvo prácticamente el 41 por ciento de los votos, contra cerca del 27 por ciento del PRI y el 14 por ciento del PAN, lo que revela la inestabilidad de los partidos que han gobernado en los últimos años. Sin embargo de una lista nominal de poco más de 967 mil electores apenas obtuvo la elección el 45 por ciento, quedando muy lejos del promedio estatal de 51, lo que refleja el desencanto de un segmento de la ciudadanía y la oportunidad para nuevas opciones, que identifiquen y asuman las aspiraciones de quienes no se sintieron representados. Dicha propuesta tendría un punto de partida del seis por ciento, que no es una cifra menor de ser empatada con el voto indeciso y el circunstancial que apoyó otras propuestas.

La historia de Zapopan ha sido marcada por la ineficiencia y los abusos de quienes la han administrado. Los gobiernos del PRI hasta antes de 1995 fueron de claroscuros, con aciertos y grandes fallas, en su mayoría marcados por la corrupción y los conflictos, hasta entregar la administración a Acción Nacional, que despertó grandes expectativas y al poco tiempo desilusionó con la destitución del alcalde por el mismo partido que lo impulsó, por abusos y escándalos de corrupción.

Acción Nacional fue marcado así por el proceso de aprendizaje administrativo. En algunos casos pagaron el desconocimiento, en otros el descarado abuso de los recursos y la satrapía de sus funcionarios, que dio al traste con proyectos que despertaron esperanza. Es difícil hacer en un espacio como este una evaluación exhaustiva del desempeño de esas administraciones, sin embargo se puede tender una línea en retrospectiva para visualizar los logros más significativos.

Por ejemplo de José Cornelio Ramírez Acuña, cuya administración fue opacada por conflictos anímicos con la oposición más que discrepancias de fondo, se podría rescatar su corporación policiaca, que fue calificada como una de las mejores policías municipales del país, ubicada en su momento en la tercera posición.

Otra administración en que se desempeñaron eficientes y honestos funcionarios con origen en la administración privada, fue la de Macedonio Tamez que al final dejó certificaciones de ISO 9000 en ramas de servicios como el Alumbrado Público y el Rastro Municipal.

La administración del PAN más criticada después de la de Daniel Ituarte, ha sido la de Juan Sánchez Aldana quien venía de manejar las áreas administrativas de Guadalajara con Emilio González. Sánchez Aldana se significó en ambos municipios por su manejo inescrupuloso en los procesos de adquisiciones, que generó constantes escándalos ante evidentes actos de corrupción, al inducir a determinadas empresas. Otro rasgo suyo fue el desmesurado aumento de sueldos de los funcionarios de primer nivel, que la ciudadanía consideró abusivos.

De las administraciones del PRI se distingue la de Arturo Zamora que se podría calificar de sobria y estable, en la que destaca el esfuerzo por agilizar los trámites para licencias municipales, tema en el que se logró un importante avance, cerca de los niveles que han alcanzado administraciones como la de la ciudad de Aguascalientes, ejemplo nacional.

La administración de Héctor Vielma por su parte tuvo un arranque interesante, sobre todo por las líneas de planeación en que construyó el proyecto, sin embargo se perdió en el camino la posibilidad de una administración ejemplar por decisiones de coyuntura y la inestabilidad que le generó un equipo improvisado de funcionarios, del que finalmente habría de salir su sucesor.

La sinuosidad de las administraciones anteriores llevó a los ciudadanos a elegir una opción distinta en 2015, un empresario de familia conocida. La apuesta no fue por un partido político con carga negativa, sino por una persona que podría generar los resultados que necesitan y exigen los habitantes del municipio.

No debe considerarse como una aportación menor el apoyo electoral que significó pertenecer a la propuesta electoral del candidato de Guadalajara, quien levantó altas expectativas en la sociedad jalisciense y que llegó a su municipio con un impresionante 51 por ciento de los votos, generando como efecto colateral el impulso a los candidatos de su partido de los municipios metropolitanos.

Para los ciudadanos esperar que un empresario lograra estabilizar la administración de Zapopan, era algo de sentido común. Sin embargo el tamaño de la empresa le quedó grande al personaje. Al momento los resultados que se observan no son mejores que los de su predecesor, lo que se acerca a una apreciación de desastre. Por otro lado la administración se dividió en facciones enconádamente enfrentadas.

En una esquina está su equipo cercano encabezado por personas provenientes de la iniciativa privada, que vieron la oportunidad de obtener ingresos superiores a los que obtendrían en los negocios propios. En otra están quienes tienen su origen en el equipo del líder estatal y que actúan en defensa de lo que consideran son los intereses de su candidato a gobernador y ven en el Presidente Municipal una potencial amenaza. Un tercer grupo es de orígen de Acción Nacional que ha participado con Juan Sánchez Aldana y lucha por apoderarse de recursos y decisiones administrativas, en búsqueda de utilidades personales y la satisfacción de desmedidas ambiciones políticas.

Una de las acciones de la administración que más inconformidad y desconfianza genera es el reparto corporativo de las posiciones administrativas entre los diferentes grupos. Mediante la creación de un número desproporcionado de puestos de alto nivel y emolumentos exagerados, han violentado las partidas presupuestales y las normas municipales. Genera dicha acción desorden administrativo al tiempo que alimenta la ambición enfermiza de apropiarse de los recursos públicos, más allá de escrúpulos de honestidad y racionalidad administrativa.


De esa manera la administración se encuentra entrampada en conflictos facciosos, de una lucha enconada por apoderarse de lo que consideran un patrimonio propio y no público. Por su parte el responsable de la administración muestra una pasividad inesperada ante los problemas que lo rodean, dejando mucho que desear de la función primaria de servicios y atención al público. Genera así irritación y desesperanza en la ciudadanía que confió en una administración de resultados que dejara atrás las malas experiencias.

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