martes, 1 de enero de 2013

EL OLVIDO DEL BAJO SUR DE JALISCO






Las regiones del Estado han sido ignoradas por los gobiernos en su estudio y como consecuencia en su desarrollo. La historia, la antropología, los recursos naturales y la cultura son dejadas de lado, lo que equivale a decir entre otras cosas que no se conoce su identidad. Las entidades con capacidad de investigación tampoco se han preocupado por la riqueza de su microhistoria, sin prestar importancia así a los valiosos recursos que subyacen en su suelo y su memoria. El Sur de Jalisco no es la excepción, especialmente la región  del valle que abarca de Autlán a los volcanes.

En los contextos nacional e internacional la región más conocida e identificable de Jalisco es la de Los Altos, sobre todo por la proyección que le brindara el cine a través de la visión de cineastas como Miguel Zacarías Nogaim de origen libanés y admirador de la tradición conservadora. Se estereotipó al hombre alteño como un cristero, un charro atrabancado y bravucón. De la mujer por su parte se hizo un modelo con características árabes, que luego nos lo vendieron como originario de Andalucía, lo que significa moro. A través de ese enfoque se trató de reconstruir un mundo idílico de haciendas y ranchos, envuelto en valores religiosos.  Debemos considerar también a quienes le dieron forma musical a la región de Los Altos. Autores de letras como el tamaulipeco Ernesto Cortázar y el musicólogo Manuel Esperón originario de la ciudad de México, contribuyeron a forjar una imagen irreal de una región y su sociedad. Se logra de esa manera construir un concepto de ideología católica y estructura fisiócrata colonial, cuya personalidad es simplificada.

El Bajo Sur por su parte tiene una suma de condiciones que hasta la fecha no han sido evaluadas y valoradas por estudios metodológicos profesionales. Existen en su historia elementos que podrían definir una identidad hasta ahora desconocida. A la fecha gobiernos e instituciones no han sabido comprender y mucho menos procesar y valorar la riqueza de esa región. Sus valores naturales, culturales e ideológicos, son prácticamente desconocidos. Los únicos estudios antropológicos de las poblaciones indígenas que se han hecho hasta la fecha, son los trabajos de Isabel Kelly en la primera mitad del siglo veinte, patrocinados por la Universidad de California. Mediante dos trabajos estudió las tribus otomíes y nahuas desde Autlán hasta Zapotitlán.

No es un tema menor estudiar la época de la colonia en la que los Franciscanos llevaron la batuta de la evangelización. Su influencia aun pervive en restos de templos y en imágenes religiosas que se adoran en las distintas poblaciones como la Virgen de La Asunción de Tonaya, venerada en toda la región. Los franciscanos ejercieron la catequización en todas las poblaciones desde Zapotitlán hasta Autlán y establecieron conventos en Tuxcacuesco, Ejutla y Autlán, hasta que en 1797 el obispo Cabañas ejecuta Cédula Real que decreta la secularización de los curatos franciscanos.

Además de los estudiosos de la historia de Autlán, nadie sabe que sus grandes personajes del siglo diecinueve son conservadores, ilustrados y altruistas. Tampoco es conocido del público que una de las grandes figuras religiosas de la primera mitad del siglo veinte de la región fue Amador Velasco Peña, originario de Purificación y párroco de Autlán, de donde pasó a ser obispo de Colima por 45 años, hasta su muerte en 1949.

No es conocida la poderosa influencia que ejercieron los seminarios de Autlán y Ejutla en la guerra cristera, alimentada sobre todo por los sacerdotes egresados de este último y formados bajo la tutela del sacerdote Francisco Amezcua. Tampoco la iglesia católica ha sido acuciosa en su análisis y propuestas, al considerar solamente la región de Los Altos como protagonista de la guerra cristera. Se puede decir que hubo sacerdotes que participaron en la revuelta cristera de manera abierta o encubierta en Zapotitlán, Tolimán, Tuxcacuesco, San Gabriel y Autlán, para hablar solamente de las parroquias. Como no se conoce más allá de las versiones locales de sacerdotes sacrificados como los casos de Autlán, Ejutla, Toxin y Apulco, entre otros.

No se han realizado estudios de las distintas revueltas, con sus efectos destructivos como los daños a los archivos eclesiales y civiles. Insurgentes, liberales, villistas y cristeros, tuvieron como denominador común su conducta depredadora. Bandoleros, violadores y destructores de vidas y patrimonios y por consecuencia destructores de la cultura y la riqueza de la sociedad de la región.

Se olvida que uno de los pilares en la fundación del Partido de Acción Nacional, Efraín González Luna, era originario de Autlán. Fue además personaje que con el arzobispo de Guadalajara José Garibi Rivera, diseñó y definió el concepto de un gobierno que trascendió en la historia de Jalisco, el de Jesús González Gallo. Fue González Luna personaje de formación cultural y reconocimiento internacional con un fuerte bagaje católico y conservador. Poco se habla salvo en las publicaciones de Acción Nacional, que en el año de 1948 ese partido obtiene la administración municipal de El Grullo, por lo que fue el segundo municipio en el país después de Quiroga Michoacán, en obtener un triunfo el recién fundado partido político.

También ha habido ilustres personajes liberales en la región, especialmente médicos, que cultivaban la cultura y que a partir de la década de los cincuenta, enfrentan a las corrientes conservadoras y a los cacicazgos heredados de los primeros gobiernos revolucionarios, especialmente en los municipios de El Grullo y Autlán.

No ha habido un proyecto que articule la influencia en la cultura nacional y universal del músico Blas Galindo y del cantante de ópera José Mojica. Quizá el más constantemente recordado sea el literato Juan Rulfo, todos ellos con origen en el mismo lugar, San Gabriel. Músicos cultos y populares reconocidos los hay también en Autlán, Tonaya y El Grullo. A la vez que para algunos estudiosos la mayoría de los sones jaliscienses tienen su origen en la población de Copala del municipio de Tolimán.

Que podríamos además decir de la riqueza que representan los bosques de las montañas que circundan el valle, especialmente la Sierra de Manantlán, con flora y fauna endémica, única en el mundo, además de su imponente belleza. Salvo excepciones contadas no se ha estudiado la riqueza de los recursos naturales, ahora desaparecida en la región de la costa y en las montañas bajo la explotación irracional de los bosques y la contaminación de ríos, arroyos y manantiales.

El desconocimiento y la falta de un concepto integral de la función pública tiene como consecuencia enfoques errados de diseño y planeación, lo que genera a su vez políticas desarticuladas y erráticas de los gobiernos. Debieran de realizarse estudios y diagnósticos de las regiones que permitan implementar programas completos y armónicos, en los que participen las instituciones de investigación social e histórica. Así en tanto los gobiernos ejercen programas  de mejora de la calidad de vida de la población, se protege el patrimonio cultural y natural. Tendríamos como consecuencia una sociedad orgullosa de su patrimonio y con identidad histórica.

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