domingo, 13 de noviembre de 2016

EL MUNDO DE GUERMANTES





El mundo de Guermantes es el tercer volumen de la serie En busca del tiempo perdido, en cuyas páginas brillan en todo su esplendor la cultura y el talento del novelista francés Marcel Proust. Su estilo se adapta perfectamente a la intención de la obra, la prosa es morosa, prolija en detalles y de periodos largos, laberínticos, como si no quisiera perder nada del instante. La obra junto a la de autores como Joyce o Faulkner, es fundamental en la literatura contemporánea.

Al describir la vida parisina en su complejidad de relaciones y formas de superficialidad, refleja un mundo heredado de las cortes monárquicas, y hace una división de lo que se consideraba a finales del siglo diecinueve y principios del veinte, las élites sociales, que derivan de la realeza histórica, la monarquía y la burguesía.

Ilustra su descripción con ejemplos como: “Aquella noche, viendo a Saint-Loup a la mesa de su capitán, pude discernir fácilmente hasta en las maneras y en la elegancia de cada uno de ellos la diferencia que había entre ambas aristocracias: la antigua nobleza y la del imperio”

El narrador habla así de un personaje de segundo nivel de la realeza: “Como había supuesto yo antes de conocer a la señora de Villeparisis en Balbec, había una gran diferencia entre el medio en que aquélla vivía y el de la señora de Germantes. La señora de Villeparisis era una de esas mujeres que, habiendo nacido en una casa gloriosa y entrado, por su matrimonio, en otra que no lo era menos, no gozan sin embargo, de una gran situación mundana, y, fuera de algunas duquesas que son sobrinas o cuñadas suyas, e incluso de una o dos testas coronadas, antiguas relaciones de familia, sólo tienen en su salón un público de tercer orden,…..”

La casa de Guermantes es por antonomasia la casa de la realeza. El castillo no se llamó así sino hasta el siglo dieciséis, en que lo adquirió la familia. En tanto en París, dice el narrador que “…un viejo amigo de mi padre nos dijo un día, hablando de la duquesa: “”…ocupa la posición más importante en el barrio de Saint-Germain; su casa es la primera del barrio de Saint-Germain.””

El autor recupera recuerdos de su juventud a través de los cuales nos informa como veía a los Guermantes:  “Pero de igual modo que el viajero, defraudado por la primera impresión de una ciudad, se dice que acaso penetre en el espíritu de la misma visitando sus museos, trabando conocimiento con el pueblo, trabajando en las bibliotecas, me decía yo que si hubiera sido recibido en casa de la señora de Guermantes, si fuese uno de sus amigos, si penetrase en su existencia, conocería lo que su nombre encerraba realmente, objetivamente, bajo su envoltura anaranjada y brillante, para los demás, ya que, en fin, el amigo de mi padre había dicho que el círculo de los Guermantes era algo aparte en el barrio de Saint-Germain.”

Y de la señora: “….la duquesa, nieta de mujeres que habían  estado relacionadas con Thiers, Merimée y Augier, pensaba que, ante todo, debe uno reservar en su salón un lugar a la gente de talento, por otra parte le había quedado de la manera, a la vez condescendiente e íntima, con que esos hombres célebres eran recibidos en Germantes, el hábito de considerar a las gentes dotadas de ingenio como relaciones familiares, cuyo talento no le deslumbra a uno, a quienes no se les habla de sus obras, cosa que, por lo demás no les interesaría.”

El caso Dreyfus, tiene tanta importancia por el antisemitismo que aparece en Francia antes de la Primera Guerra. Así en los altos círculos sociales, entre ellos el burgués y del que es un ejemplo acabado el círculo de los Verdurin, manifiesta el autor, es de verdadera exasperación.

Y de la cantante de ópera del momento nos expresa maravillado: “¿No es ya un primer elemento de complejidad ordenada, es decir, de belleza, cuando al oír una rima, es decir, algo que es a la vez semejante y distinto respecto de la rima precedente, que es producido por ésta, pero que introduce en ella la variación de una idea nueva, se sienten dos sistemas que se superponen: uno de pensamiento, otro de métrica? Pero la Berma, sin embargo, hacia entrar las palabras, hasta los versos, inclusive las ““tiradas””, en conjuntos más bastos, en cuya frontera era un hechizo verlos obligados a detenerse, a interrumpirse; así un poeta se deleita en hacer vacilar por un instante, en la rima, la palabra que va a lanzarse, y un músico en confundir las palabras diversas del libreto en un mismo ritmo que las contraría y las arrastra. Tanto en las frases del dramaturgo moderno como en los versos de Racine, la Berma sabía introducir esas vastas imágenes de dolor, de nobleza, de pasión, que eran obras maestras suyas, y en las que se la reconocía como en retratos que ha pintado con modelos diferentes se reconoce a un pintor.”

Retrata y estereotipa en los personajes a diferentes tipos en su descripción, por ejemplo el embajador Norpois es una reminiscencia de los personajes que desarrollan habilidades extraordinarias en el mundo de las relaciones de poder, en muchos de los casos influyen en las grandes decisiones, sin desgastarse, haciendo uso de habilidades del lenguaje y la manipulación de las fuerzas a su alcance, haciendo gala extraordinaria de su conocimiento y utilizando a los propios actores del mundo en que se desenvuelven. Así no dejamos de recordar al gran personaje del imperio, Talleyrand, quien con su genio y habilidades cortesanas conduce a Francia en un periodo de amenazas e inestabilidad, manipulando en muchos de los casos al mismo Napoleón.

Los personajes del pueblo son también protagonistas a través de los que retrata su visión y forma de pensar. Uno de ellos, el principal, es la sirviente de la casa, Francisca, quien se expresa con la rudeza propia de su origen campesino y su lenguaje es reflejo de la aldeana, incorporada al servicio de las refinadas clases sociales.

Es Proust un escritor de enormes y cambiantes recursos que nos deslumbra en su erudición, elemento común en los autores de la época. En tanto Thomas Mann se esmera en darnos a conocer temas de medicina o vinos, Proust nos habla de la guerra o del arte, en medio de elaboradas descripciones de la vida superficial de la sociedad francesa y sus elitistas círculos.

Expresa Proust de su abuela veneración: “…Y como esa voz se me aparecía en sus proporciones desde el instante en que era un todo, y me llegaba de esta suerte sola, sin el acompañamiento de los rasgos del rostro, descubrí hasta qué punto era dulce; acaso por lo demás, no lo había sido nunca en tal grado, porque mi abuela, al sentirme lejos y desgraciado, creía poder abandonarse a la efusión de una ternura que, por principios de educación, contenía y celaba de ordinario. ….”

Y al describir su muerte, dice de ella: “La vida, al retirarse, acababa de arrastrar consigo las desilusiones del vivir. Una sonrisa parecía posada en los labios de mi abuela. En aquel lecho fúnebre, la muerte, como el escultor de la Edad Media, la había tendido bajo la apariencia de una doncellita.”


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