Nació
Onetti en Montevideo Uruguay en 1909 para morir en Madrid en 1994. La escritora
Uruguaya Cristina Peri Rossi lo considera uno de los pocos escritores existencialistas
en lengua castellana. Mario Vargas Llosa por su parte dijo de él en 2008 que es
uno de los grandes escritores modernos no sólo de América Latina. Afirma Vargas
Llosa que no ha obtenido el reconocimiento que merece como uno de los autores
más originales y personales, que introdujo sobre todo la modernidad en el mundo
de la literatura narrativa. Su mundo es pesimista, cargado de negatividad, eso
hace que no llegue a un público muy basto.
Su primera obra publicada fue el cuento Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida
de Mayo en 1933. En 1935 1936, en La Nación de Buenos Aires aparecen dos
cuentos El Obstáculo y El posible Baldi. Ejerció diferentes oficios y
escribió cuentos y artículos que fueron publicados en diversos medios de Buenos
Aires y Montevideo hasta 1939, en el que publica su primera novela, El pozo a
la vez que es nombrado secretario de redacción del semanario Marcha.
En
1950 publica El pozo una novela central en su obra. En ella, y mediante un complejo
juego de planos, Onetti funda la ciudad ficticia de Santa María, en la que, a
partir de entonces, situará la mayoría de sus novelas y cuentos. A pesar de que
en sus primeras ediciones no tuvo mucho éxito, la novela no tardó en ser
reconocida como una de las novelas más innovadoras de su tiempo, y aun hoy es
considerada una de las obras más importantes en lengua castellana. Poco después
publicó la novela corta Los adioses, que si bien no transcurre en
Santa María, alude a un personaje recurrente en la obra de Onetti, el doctor
Díaz Grey. En 1961 publica El astillero, una de sus novelas más celebradas,
incluso considerada por algunos su mejor novela. En 1964 aparece Juntacadaveres
que continúa la historia de El astillero.
Onetti fue perseguido por el dictador uruguayo Juan María Bordaberry,
detenido y encerrado en un hospital psiquiátrico, de donde logró salir a los
tres meses gracias a la intervención del poeta español Félix Grande. Decidió instalarse
definitivamente en la capital española, donde residiría durante casi veinte
años.
En 1979 publica Dejemos hablar al viento, novela con la que concluye la
saga de Santa María, y que está dedicada a su amigo Juan Ignacio Tena Ybarra,
en agradecimiento a las gestiones que emprendió para permitir su liberación. En
1980 obtiene el Premio Cervantes. En 1987 publica Cuando entonces, y en 1993
publicó su último libro, la novela Cuando ya no importe, en la que resucita por
última vez la ciudad de Santa María.
La obra literaria de Onetti, fuera de su poderosa originalidad, debe
mucho a dos raíces distintas. La primera es su admiración por la obra de
William Faulkner. Como él, crea un mundo autónomo, cuyo centro es la
inexistente ciudad de Santa María. La segunda raíz es el Existencialismo: una
angustia profunda se encuentra enterrada en cada uno de sus escritos, siempre íntimos
y desesperanzados. El ciclo de Santa María empieza en 1950,
cuando aparece La vida breve, que junto
con El astillero y Juntacadaveres conforman una suerte de trilogía.
´´Hace cinco años, cuando el Gobernador decidió expulsar a Larsen (o
Junta o Juntacadaveres) de la provincia, alguien profetizó, en broma e
improvisando, su retorno, la prolongación del reinado de cien días, página
discutida y apasionante –aunque ya casi olvidada—de nuestra historia ciudadana.
Pocos lo oyeron y es seguro que el mismo Larsen, enfermo entonces por la
derrota, escoltado por la policía, olvidó en seguida la frase, renunció a toda
esperanza que se vinculara con su regreso a nosotros.´´ Así inicia la historia
de un prostíbulo narrada en El astillero.
En Juntacadaveres, el protagonista reflexiona de las mujeres que lo
acompañan en el vagón del tren ´´En cuanto les diga que estamos llegando
empiezan a charlar, a pintarse, recuerdan su oficio, se hacen más feas y
viejas, ponen cara de señoritas, bajan los ojos para examinarse las manos. Son
tres y no demoré quince días. Barthé tiene más de lo que merece él y todo el
pueblo, aunque puede ser que se rían al verlas y continúen riéndose durante
días o semanas. Ya no tienen quince años y están vestidas como para enfriar a un
chivo. Pero son gente, son buenas, son alegres y saben trabajar.´´
En 1972 fue elegido Onetti como el mejor narrador uruguayo de los últimos
50 años en una encuesta del semanario Marcha, en la que participaron escritores
de distintas generaciones. El escritor a menudo se refirió a las dificultades
editoriales que padeció en sus comienzos, y al peso de los emigrados de la
guerra civil española en el mundo editor bonaerense y mexicano. Varias de sus
novelas aparecieron en Buenos Aires (Editorial Sudamericana) o Montevideo (Editorial
Arca). En su exilio español quienes lo trataron afirman que facilitó la
difusión masiva de su obra, la agente literaria de Barcelona Carmen Balcells.
Es Onetti un observador neutro, convencido de la fatal realidad humana. Desarrolla
las historias y sus personajes como testigo involuntario de lo sórdidos mundos
de la sociedad, un universo en el que nadie se salva y tampoco hay posibilidades
de redención, un círculo de miseria y desesperanza. Falleció a los 84
años. Pasó sus últimos años sin salir prácticamente de su cama, leyendo, fumando
y tomando whisky, llevó una vida ermitaña en su departamento madrileño hasta morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario