Dice
de Conrad Carlos S. Sánchez Rodrigo en el prólogo de Notas de vida y letras, no
es fácil acercarse al solitario a menos que él lo propicie. Pero ese aire
distante no es lo único que define al personaje y al autor literario ya que se empeñó,
algo contradictoriamente, en abordar la vida, la literatura y el arte desde una
apasionada independencia, lo que desde el punto de vista literario lo ha
situado al margen de estilos y escuelas, y desde el punto de vista de su
trayectoria biográfica lo llevó al exilio y a abrazar un idioma extraño,
siempre preservando celosamente en penumbra ciertos aspectos de su biografía,
lo que algunos atribuyen a su invencible pudor o a su carácter proverbialmente
reservado, aunque otros lo consideran sólo un artilugio literario con el que
mantener vivos el interés y la curiosidad de sus lectores y críticos.
Józef
Teodor Konrad Korseniowski, más conocido como Joseph Conrad, nació en Berdyczów
entonces Polonia, actual Ucrania el 3 de diciembre de 1857 y murió en Inglaterra
en 1924. Fue novelista polaco que adoptó el inglés como lengua literaria y su
obra explora la vulnerabilidad y la inestabilidad moral del ser humano, está
considerado como uno de los más grandes novelistas de la literatura universal.
De
joven viajó a Italia y luego a Marsella y terminó enrolándose como marinero en
1875. Esa experiencia cambiaría su vida y nacería una pasión por la aventura y
los viajes, por el mundo del mar y los barcos. De esa época se ha documentado
un viaje por el Caribe y cierto asunto de contrabando de armas a favor de los
carlistas españoles del que extrajo algún pasaje para su relato de El tremolino.
Algunas de sus experiencias y personajes aparecen descritas también en La
flecha de oro de 1919, especialmente su protagonista, doña Rita, trasunto
literario de una amante española que tuvo en esos años, mientras que algunas de
sus escalas en la costa asturiana se describen en La posada de las dos brujas,
de 1913.
En
1878 para escapar del reclutamiento militar ruso, se trasladó a Inglaterra como
tripulante de barcos de cabotaje, ocupando sus ratos libres con una afición por
la lectura de Shakespeare, lo que le permitió a los 21 años un amplio dominio
del inglés, lengua en la que escribió toda su obra y en la que se consagraría
como uno de sus autores clásicos. Para Javier Marías ´´el inglés de Conrad se
convierte en una lengua extraña, densa y transparente a la vez, impostada y
fantasmal, (…..) utilizando las palabras en la acepción que les es más
tangencial y por consiguiente en su sentido más ambiguo´´
Tras
obtener la nacionalidad inglesa, pudo presentarse a los exámenes de aptitud
oficial de la marina mercante británica. En el último cuarto del siglo XIX, al
llegar el imperio británico a su máxima expansión, las necesidades del comercio
a gran escala junto con las nuevas tecnologías de la siderurgia y el
perfeccionamiento de la máquina de vapor, produjo una crisis en la técnica
secular de la navegación impulsada por el viento, debido a que los barcos de
vela, eran incapaces de competir en velocidad, capacidad de carga y mayor
fiabilidad con los grandes vapores de acero.
Enfrentado
a la encrucijada de esos dos mundos que se cruzan sin comprenderse e
ignorándose, uno, el dominado por el imprevisible capricho del viento, el de la
dura y secular técnica de la navegación a vela y, el otro, el de la esclavitud
por la tiranía de la puntualidad y la deshumanización de la vida a bordo,
Conrad toma partido ardiente por el primero, aun sabiendo que está irremisiblemente condenado
a sucumbir legándonos, ese es su mayor valor, esa irrepetible galería de tipos
humanos, armadores, oficiales, capitanes y marineros, que lo han convertido en
uno de los clásicos de la literatura del mar.
Como
reconoce en el prólogo de El espejo del Mar, fue gracias al bagaje vital
adquirido durante sus años como marino, los episodios vividos durante esa
época, los tipos humanos que pudo conocer y las historias que oyó en puerto
durante las tediosas horas a bordo, los que modelaron ese universo geográfico y
moral en el que el individuo aparece confrontado en solitario a las fuerzas
desatadas de una naturaleza hostil, junto a una fuerte carga de pesimismo
respecto a la condición humana y en relación al papel de la civilización, esto
último objeto de su relato El corazón de las tinieblas, en el que narra de
forma oblicua las atrocidades que se estaban cometiendo contra la población
indígena en el Estado Libre del Congo.
Tras
lograr la nacionalidad británica en 1866 y escribir su primera novela La locura
de Almayer, en 1884, a la vuelta de su último viaje a Australia, residió en los
años siguientes en el sur de Inglaterra, ya dedicado exclusivamente a su labor
literaria. Publica Un paria de las islas en 1896, al año siguiente, Salvamento,
El negro del Narcissus y Una avanzada del progreso.
Durante
estos años conoció a Rudyard Kipling y a Henry James, colabora con Madox Fox en
la novela Los herederos. En 1900 escribe Tifon y Lord Jim, novela en la que
evoca el traumático accidente que sufrió a bordo del vapor Palestine, y que
estuvo a punto de costarle la vida. Los años siguientes publica Nostromo, El
espejo del mar y El agente secreto que dedica a H.G. Wells.
En
el Prefacio del autor de El agente secreto al referirse a la crítica dice que algunas imputaciones
fueron severas, otras incluían una nota angustiosa y que ´´…Debo deducir que en el año de 1907 yo
conservaba aún mucho de mi prístina inocencia. Ahora pienso que incluso una
persona ingenua podría haber sospechado que algunas críticas surgían de la suciedad
moral y sordidez del relato.´´
En
1913 lo visita Beltrand Rusell. En 1914, durante un viaje a Polonia, estalla la
primera guerra mundial. En 1916 el almirantazgo le encarga diversas comisiones
de reconocimiento por varios puertos británicos. Al término de la guerra se
traslada a Córcega y en 1923 a Estados Unidos. Poco antes de morir rechaza un
título nobiliario que le ofrece el gobierno inglés.
No
se debe perder de vista que la lengua de la gente culta era el francés, la
tercera de Conrad, tras el polaco y el ruso, de manera que es altamente meritorio
que pudiera escribir de manera tan fluida y efectiva en su cuarta lengua, el
inglés. Su obra literaria colma la laguna entre la tradición literaria clásica
de escritores como Charles Dickens y Fyodor Dostoievsky y las escuelas
modernistas. Algunas de sus obras se han etiquetado de románticas, aunque
normalmente suaviza el romanticismo con los giros del realismo y la ambigüedad
moral de la vida moderna. Junto al autor norteamericano Henry James ha sido
llamado escritor pre-modernista, y así mismo puede enmarcarse dentro del simbolismo
y el impresionismo literario.
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