Guadalajara
se convirtió en un desafío para las administraciones municipales de los últimos
periodos. Sobre todo a partir de la alternancia de1995 en que Acción Nacional obtuvo
la administración. Hasta ese periodo con una visión provinciana y tradicional, el
objetivo había sido mantener los servicios y la identidad criolla, con toda la
carga cultural, anímica y psicológica que
contenía.
Si
bien cada administración le imprimió su sello personal el objetivo
central no se perdía, con mayor éxito unas que otras. Y a pesar de todo se
mantuvo la personalidad de quien la dirigía, el sello con su forma de impartir
los servicios y de la atención de quienes acudían a realizar trámites a sus
ventanillas y oficinas.
Se
manifestaba el trato personal en quienes laboraban en la administración como en
la forma de atender los servicios, en tanto que los barrios mantenían su
personalidad propia y definida, acaso sin saberlo impresa desde la creación de
la ciudad a partir de los asentamientos indígenas.
Hasta
el final de la década de los ochenta se mantenían como valores prioritarios los de la
cultura de la ciudad, considerando sus personajes icónicos y sus edificios
históricos, así como la conservación de la vida comunitaria. Predominaba el espíritu
de la ciudad en las manifestaciones que promovía la administración y permanecían
así en el subconsciente colectivo las tradiciones de la cultura tapatía,
interpretadas como valores de sus habitantes. Se generaba de esa manera a través
de la identidad la cohesión social.
Fueron
características predominantes además el cuidado de la flora, Se conserva aun
en la memoria de la ciudad el aroma de los naranjos de granjas y conventos y el cultivo y adorno de
camellones con plantas de rosal, en las décadas de los cincuenta y sesenta,
de manera destacada en la Calzada Independencia.
La vocación
más evidente de la ciudad ha sido mantener y acrecentar su masa arbórea, lo que
se aprecia en las zonas más antiguas. La última reforestación sistemática,
incluso con plantas que no siempre eran adecuadas para zonas urbanas fue en la
segunda mitad de los ochenta, programa que abarcó por simpatía toda la zona
metropolitana, incluyendo el entonces lejano municipio de Tlajomulco.
En
lo referente a los estudios de la ciudad no hay especializados sobre sus
comportamientos sociales y antropológicos, ni tan siquiera históricos, en
realidad son recopilaciones de información de hechos. Lo que los
editores sobre todo oficiales, han reproducido. Predominan así las publicaciones de descripción sin método.
La
administración de la ciudad se enriqueció en las décadas de los cuarenta y los
cincuenta, con la participación de personajes como Efraín González Luna que estructuró
la creación del Consejo de Colaboración Municipal. Mediante un
novedoso sistema de consulta y aportación de los vecinos, se realizaban obras en
la ciudad, dicho Consejo era administrado por el sector privado. Otra figura
creada por sugerencia de González Luna fue la Vicepresidencia Municipal, que por
acuerdos políticos pertenecía al mismo sector, con lo que se generó
un interesante esquema de participación social en la administración de los
asuntos municipales.
El
despoblamiento de la ciudad se manifiesta en la década de los ochenta en que
las nuevas generaciones emigran a los municipios vecinos, atraídas por la
oferta de vivienda. Es en la década del dos mil en que se genera la mayor
migración con el crecimiento exagerado de los negocios inmobiliarios, a partir
de políticas financieras del gobierno federal que los patrocinaron, a costa del abandonó de las culturas comunitarias en
que se desenvolvían las ciudades tradicionales, entre otros efectos perniciosos.
Coincide
también el abandono de la ciudad con administraciones municipales sin criterios ni conocimiento de los fenómenos
sociales, del desarrollo urbano y las administraciones públicas. Son personajes
formados bajo una cultura de administración patriarcal arcaica y patrimonialista,
que impulsaron un desarrollo utilitario que sacrificó valores sociales y
comunitarios, originados desde la creación de la ciudad y que evolucionaron con
ella.
El
concepto de desarrollo urbano que se vivió en el mundo a partir de la década de
los setenta llevó a la deshumanización de las ciudades, con el consecuente abandono de las zonas tradicionales y la pérdida
de su personalidad. El resultado fue asentamientos despoblados,
en nuestro caso alimentado por gobiernos torpes e insensibles, sin conocimiento
de los valores históricos y de la convivencia. Las administraciones se
caracterizan a partir de entonces por la ocurrencia y la improvisación, con desconocimiento absoluto
de las leyes sociales.
Con
el paso del tiempo, el fenómeno se agudiza con el estancamiento de servicios
como el transporte público y el aumento de la delincuencia. Todo ello ante una
autoridad perpleja que no entiende una época de mayor complejidad y dinamismo.
Lo
que las administraciones no han logrado visualizar, es que para recuperar la
ruta perdida debe romperse el círculo vicioso de ciudad despoblada y sin
inversión, que genera raquíticos recursos financieros a la administración
municipal y por consecuencia deficientes servicios, que a su vez alejan a
quienes desearían vivir e invertir en la ciudad. De hacerla atractiva habría
recursos suficientes para solventar los servicios públicos y la atención a sus
habitantes.
Resolver
la problemática de Guadalajara, implica rescatar su identidad, regresar al
concepto original con la participación de la sociedad y todos los sectores, de manera especial los de la cultura y la inversión privada. Se debe atender bajo un proyecto integral como se ha hecho en otras entidades, incluyendo las que nos generaron
la distorsión de una falsa modernidad como sinónimo de valor cultural, como las
ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica, que han convertido a sus centros
históricos, en el eje del desarrollo urbano y social. El rescate de
la ciudad pasa necesariamente por el Centro Histórico que es el lugar primario de
tiempo y desarrollo, así como el referente de la identidad y los valores de ella. El segundo nivel son sus barrios que llevan los intangibles de la historia tapatía.
Es
requisito indispensable para la recuperación de Guadalajara administraciones
profesionales, alejadas de ambiciones electorales de corto plazo que operan en
la improvisación y la manipulación informativa, ante la falta de eficiencia en los servicios
y la atención a los habitantes de la ciudad.
Parece que por lo pronto ya van a atender el centro histórico, empezando por hacer peatonal la avenida Alcalde y 16 de Septiembre
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