sábado, 20 de enero de 2018

INSATISFACCION ELECTORAL






Dentro de los efectos secundarios aunque no de menor importancia que genera la elección próxima en Jalisco, está la insatisfacción de amplios sectores sociales por la manipulación de candidaturas dentro de los partidos políticos, que cierra la posibilidad de candidatos alternos a los grupos de interés.

El segmento social que queda sin alternativa de expresión es el crítico de la sociedad, constituido por habitantes de las zonas urbanas de clases media y media alta y sólida formación educativa y cultural. Ese elector básicamente se ubica en las diez principales ciudades del estado, lo que le otorga considerable valor cualitativo y cuantitativo.

Sobra decir que la población que emite el voto volátil no es solamente el motor social, sino también su conciencia y que por su liderazgo debiera definir la ruta del estado a futuro y conducirlo hacia nuevas formas de convivencia y desarrollo individual y colectivo. Es claro que representa una amenaza para los intereses creados, razón por la que es excluido mediante habilidosa manipulación, de la participación en la elección de los gobiernos y por consecuencia de la conducción del cambio.

Aunque debe considerarse que la Lista Nominal de Electores sufrió posterior a la elección de 2015 un importante ajuste por la eliminación de nombres de personas inexistentes, lo que afecta la exactitud de una proyección, la podemos utilizar de referente. Así en la elección de 2015 en la que el nivel de participación estatal fue de un 51 por ciento, en la suma de los municipios de Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque, Tlajomulco, Tonalá, El Salto, Ciudad Guzmán, Puerto Vallarta, Tepatitlán y Lagos de Moreno se aportó poco menos del 63 por ciento del total de votos, teniendo el 71 por ciento de los electores, que implica un ocho por ciento de abstención urbana. Por lo que es razonable considerar que no hubo candidatura ni propuesta de gobierno que convenciera a ese segmento de futuras administraciones honestas y eficientes.

Como complemento podemos considerar la encuesta del diario local Mural de noviembre pasado, en la que se aprecia una caída de entre 12 y 18 por ciento de Enrique Alfaro Ramírez, candidato de Movimiento Ciudadano. Por su parte la negación de Arturo Zamora Jiménez a abanderar la candidatura del PRI, para analistas de medios locales significa una pérdida para ese partido entre 250 y 300 mil votos.

Acción Nacional además del enorme desgaste que le han generado los gobiernos federales y estatales, carga con la confusión que le provoca la dirigencia nacional. Le afecta entre otras causas la manera inescrupulosa de disponer de los deteriorados activos locales de la cúpula nacional. El fin que lo justifica es  apoyar la cuestionada candidatura a la Presidencia de la República de Ricardo Anaya, entregando a sus electores cautivos a los intereses de Movimiento Ciudadano en el estado de Jalisco. MORENA a su vez renunció a propuestas rentables y de aceptación social por una candidatura a gobernador cuestionada en su origen, de la que al parecer solo le interesa los recursos financieros, que servirán para cultivo del voto clientelar.

En un acercamiento podemos considerar que se encuentran en el limbo electoral más de 500 mil votos del MC, entre 250 y 300 mil del PRI, además de la abstención de zonas urbanas que significarían un aproximado de 300 mil. La suma en total equivale a más de un millón de votos, que no encuentran destino por falta de propuesta de interés legítimo y que equivalen a la inconformidad social ante la elección de 2018.

Ahora bien si consideramos los escenarios actuales y vemos que no hay una propuesta que convenza a los votantes con alto nivel de exigencia, esto nos lleva a considerar que el voto que en este momento aparece es un voto básicamente clientelar, que identificamos como voto conducido por intereses ajenos a una propuesta de gobierno de beneficio social, antes bien es un voto de conveniencia personal o grupal y decididamente utilitario.

La impunidad con que se han desenvuelto los grupos de interés ha propiciado el crecimiento desmesurado de los abusos y se han convertido en una cultura negativa de la administración pública, de la que un segmento social considerable se mantiene inconforme, por lo que deliberadamente quienes manipulan los procesos electorales lo excluyen de las decisiones.

Como resultado inmediato y fatal, además de las administraciones fallidas, es de esperar que las campañas se sigan financiando irregularmente con recursos públicos, creando compromisos de los que gobiernan con quienes habrán de sucederlos mediante generosas aportaciones a los procesos electorales y a los bolsillos de los candidatos, que representan teóricamente una amenaza para quienes cometen los delitos.

Para ese sector crítico del voto existen además otros elementos disuasivos para su participación, como que ninguno de los candidatos a la Presidencia de la República representa una posibilidad de cambio y de mejora. Todos de una u otra forma representan la continuidad de vicios enquistados durante decenas en la administración pública, por lo que no han despertado el interés de los jaliscienses por el voto.

Así se observa al momento un proceso electoral viciado de origen por todos los participantes, en el que no hay lugar para la auténtica participación democrática en busca de mejores alternativas para una sociedad, cansada de la expoliación a que la tienen sujeta quienes se apoderaron además de la administración pública, de los instrumentos electorales.


Los elementos enunciados llevan a considerar que el segmento pensante y con más sólido liderazgo en Jalisco permanecerá al margen de la decisión sexenal más importante, la selección de gobiernos honestos y eficientes.

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