viernes, 28 de noviembre de 2014

PROUST A LA SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR






A la sombra de las muchachas en flor es el segundo volumen de En busca del tiempo perdido. El escritor judío francés Valentín Louis Georges Eugéne Marcel Proust inicia la obra en 1907. Sin haberla terminado muere de una bronquitis en 1922. Su hermano tomaría a su cargo la edición de los manuscritos, en 1927 se publicó el tomo séptimo y final: El tiempo recobrado, (Le temps retrouvé).

La obra se compone de descripciones poéticas, comparaciones y metáforas, reflexiones filosóficas y exposiciones literarias de teorías metafísicas, anécdotas, discusiones y conversaciones que entrecruzan los más variados personajes en los más diversos lugares. Tras su publicación A la sombra de las muchachas en flor, obtiene el premio Goncourt en 1919. El primer amor de Proust fue Marie, a quien dejó de ver en 1887 y recuperará el recuerdo de la niña de los Campos Elíseos en Gilberta, en la primera parte de su obra.

Continuando con las reflexiones de su primer libro dice que: “Habrá quien diga que la sencillez del Swann elegante no fue en él sino una forma más refinada de la vanidad, y que, como ocurre con algunos israelitas, el antiguo amigo de mis padres había mostrado uno tras otro los sucesivos estados por que pasaron los de su raza: desde el snobismo más pueril y la más grosera granujería, hasta la más refinada de las cortesías.”

De la hija de Swann confiesa: “Mi felicidad  por no tener que separarme de Gilberta  infundíame el deseo, pero no la capacidad, de escribir alguna cosa buena que pudiera enseñar al señor de Norpois.” Y de la cantante del momento: “La Berna de Andromaque, en Les Caprices de Marianne, en Phédre, era una de las grandes cosas que mi imaginación tenía muy deseadas. Y si alguna vez oía yo recitar a la Berna esos versos de:
On dit qu´ un prompt départ vous éloigne de nous seigneur…
Sentiría el mismo arrobo que el día en que una góndola me llevara hasta el pie del Ticiano de las Frari o de los Carpaccios de San Giorgio.”

La abuela materna en no pocas ocasiones sustituye la poderosa influencia de la madre “Y yo muchas veces me excedía y veía asomar aquel rostro querido, que ya no sabía dominar sus emociones tan bien como antes, una expresión de piedad y una contracción de dolor. Mi corazón se retorcía al ver aquella pena, y me echaba en sus brazos como si pudiesen borrarle mis besos, como si con mi cariño pudiera yo dar tanta alegría a mi abuela como con mi bienestar.”

Swann por su parte le despertaba curiosidad y duda,  “Y yo, al notar que muchas veces la persona que a Swann le atraía era esta o aquella dama salida de su esfera, y que le interesaba por haber sido querida de Liszt o porque Balzac dedicó una novela a su abuela (lo mismo que compraba un grabado porque lo había descrito Chateaubriand), sospeché que allá en Combray sustituimos un error por otro: el de creer que Swann era un burgués que nunca iba a sociedad por el de imaginárnosle uno de los hombres más elegantes de París.”

Conocedor del arte y sus creadores, reflexiona sobre su trascendencia  “Quizá por eso se dice el hombre de genio, para evitarse las incomprensiones de la multitud, que como los contemporáneos les falta la distancia necesaria, las obras escritas para la posteridad sólo la posteridad debiera leerlas, igual que ciertas pinturas, mal juzgadas cuando se las mira muy de cerca.”

De un personaje aristocrático,  “Swann me llevó aparte un momento, mientras su mujer hablaba con Su Alteza del tiempo  y de los animales recién llegados al Jardín de Aclimatación.
--Es la princesa Matilde –me dijo --. Ya sabe usted que fue amiga de Flaubert, de Saint-Beuve y de Dumas. ¡Imagínese usted, nieta de Napoleón I! Quisieron casarse con ella Napoleón III y el emperador de Rusia.”

Del escritor del momento “Y resultaba que todo el Bergotte que yo había elaborado lenta y delicadamente, gota a gota, como una estalactita, con la transparente belleza de sus libros, de pronto no servía para nada desde el momento en que había que atenerse a la nariz de caracol y la perilla negra....

“Y he tardado bastante en descubrir que ciertos pasajes de su conversación, cuando Bergotte se ponía a hablar de un modo que no sólo al señor de Norpois parecía afectado y desagradable, tenían una exacta correspondencia con aquellas partes de sus libros en que la forma se hacía tan poética y musical.”

Sobre el descenso social de Swann por su matrimonio con la cocotte Odette de Crécy “Aunque los méritos de ingenio y elegancia de un salón estén más bien en razón inversa que directa, no hay más remedio que creer, puesto que Swann juzgaba persona agradable a la señora de Bontemps, que cuando se acepta cierto descenso en la escala social se exige ya mucho menos a la gente con quien se resigna uno gustoso a tratarse, tanto en cuanto a ingenio como en cuanto a otras cualidades. Y de ser esto verdad, los hombres deben ver, igual que los pueblos, como va despareciendo su cultura y hasta su idioma al tiempo que desaparece su independencia.”

Y de la formación cultural de su abuela: “Pero mi abuela había llegado a madame de Sevigné por dentro, por el amor que tenía a los suyos y a la naturaleza, y me enseñó a apreciar sus bellezas, que son muy distintas de las mencionadas. Iban a impresionarme mucho, y con más motivo, porque madame de Sevigné es una artista de la misma familia que un pintor que había de encontrarme en Balbec y que tuvo gran influencia en mi modo de ver las cosas, Elstir”

Sobre los recuerdos de las muchachas de Balbec “Para un convaleciente que se está todo el día descansando en un jardín o un huerto, el olor de flores y frutos no impregna tan profundamente las mil pequeñeces que componen su diario ocio como me empapaba a mí el alma aquel color y aquel aroma que mis miradas iban a buscar en esas muchachas, y cuya suavidad acababa por incorporarse a mi ser.”

Nació Proust en París, en el barrio de Auteil. Su madre Jeanne Clemence Weil, judía alsaciana nieta de un antiguo ministro de Justicia, poseedora de una vasta cultura, fue determinante en cuanto a la vocación literaria de Proust. A ella dedicó éste su más intenso afecto en la vida. Nació en una familia acomodada, su padre era un médico de renombre internacional. La familia acostumbraba a viajar desde Auteil a la casa de sus tíos Amiot y Elisabeth Proust, hermana del padre, en la temporada de Pascua. La casa se encontraba en Illiers, a unos 25 kilómetros de Chartres. Mientras que en Auteuil, cerca del Bois de Boulogne, además de en Caboury y en Trouville se inspiraría Proust para crear el Balbec de su obra, Illiers fue el modelo para el imaginario Combray.

De joven comenzó a frecuentar los salones aristocráticos, lo que le permitió conocer a toda clase de literatos y artistas y, al mismo tiempo, le valió una fama de esnob sobre la que André Gide, escritor y editor de la Nouvelle Revue Francaise, se fundaría más tarde para rechazar el manuscrito de À la recherche du temps perdu,  casi sin leerlo.

Se hizo amigo de Robert de Bailly y también de Gasto Arman de Caillavet y su novia Jeanne Pouquet. En ellos se inspirará para crear los personajes de A la sombra de las muchachas en flor, de Roberto de Saint-Loup y de Gilberta. Comenzó a frecuentar el salón de Madame de Caillavet, quien vivía separada de su marido y era amante de Anatole France. A través de ella, Marcel conoció al famoso escritor, sobre el cual fraguó el personaje de Bergotte, a Alexandre Dumas (hijo) y al filósofo Victor Brochard.


viernes, 21 de noviembre de 2014

EL PODER Y LA GLORIA






El Poder y la Gloria es la estrujante historia de un sacerdote acosado por la policía de Tabasco, durante la persecución religiosa desatada por Tomas Garrido Canabal como secuela de la guerra cristera. Su autor Henry Graham Greene de origen inglés, y quien como sus contemporáneos ingleses David H. Lawrence con La Serpiente Emplumada y Malcolm Lowry con Bajo el Volcán, crean historias en las que manifiestan la fascinación que ejerce en ellos México. Nos presenta Green una  historia de la contradicción inmersa en las debilidades de un ser humano que busca inútilmente la redención.

Graham Green, novelista inglés nacido en 1904 y muerto a los 86 años en Suiza, destaca en sus obras los personajes de conducta moral ambigua, dotados al mismo tiempo de cierta heroicidad. De sus obras destacan entre otras El Poder y la Gloria, Un americano impasible y El factor humano. Se convierte al catolicismo a los 22 años y en la adolescencia intenta suicidarse varias veces. Ejerció el periodismo durante intervalos, prácticamente toda su vida. Muchas de sus obras fueron adaptadas al cine.

Al describir la vida en la capital del Estado el autor nos comenta que: “Alrededor de la plaza continuaba el paseo de la tarde: las mujeres en una dirección, los hombres en la opuesta. Jóvenes con camisas rojas pugnaban tumultuosamente en torno a los puestos de agua mineral.
“El teniente marchaba al frente de sus hombres con aire de amargo tedio. Parecía ir unido a ellos contra su voluntad: acaso el chirlo de su quijada fuese reliquia de una fuga. Llevaba las polainas y la funda de la pistola lustrosa, todos los botones cosidos. Su nariz cortante y ganchuda resaltaba en su flaco rostro de bailarín: su limpieza daba una impresión de ambición excesiva en la ciudad andrajosa”

En otra escena nos dice Green que el jefe de la policía para identificar al sacerdote perseguido le muestra al teniente un papel: “Los rostros estaban formados por multitud de puntitos: era una fotografía de periódico, una fiesta de primera comunión retratada años atrás. Un mozuelo con alzacuello romano se sentaba entre las mujeres..... Allí estaba, regordete, con ojos saltones, regocijado con los inocentes chistes femeninos.
--Esto es de hace años.
--Tiene el aspecto de todos –comentó el teniente. –Ya hemos fusilado seis ejemplares como ése –exclamo.”

En su escondite el cura recordaba: “En conjunto habían fusilado unos cinco curas: dos o tres habían escapado: el obispo estaba en México a salvo y uno se había sometido al decreto del gobernador sobre el casamiento forzoso de los sacerdotes. Ahora vivía cerca del río con su ama de llaves. Por supuesto, era la mejor solución de todas: que diera testimonio vivo de la flaqueza de su fe. Ello demuestra el fraude practicado durante tantos años. Porque si en realidad creyera en el cielo y el infierno, no les importaría un poco de dolor a cambio de la eternidad… Él, acostado en su duro lecho, envuelto en el calor húmedo y en la oscuridad, no sentía ninguna simpatía por las flaquezas de la carne.”

En su constante huida: “De pronto, la mula en que iba montado el cura se sentó. No era raro, pues estuvieron marchando a través de la selva desde hacía más de doce horas. Se dirigían al Oeste cuando les llegaron noticias de soldados y torcieron al Este. En esta dirección los “camisas rojas” ejercían gran actividad, así que cambiaron nuevamente hacia el Norte, vadeando los pantanos y sumergiéndose entre las sombrías caobas. Ahora estaban los dos cansados y la mula se sentó, simplemente.
“Era un hombrecillo macilento, vestido con ropas destrozadas de paisano, dirigiéndose, por vez primera después de muchos años, como un hombre vulgar cualquiera, a su propia casa.”

En el poblado: “El sonrió, mirando al suelo, mientras ella le reñía como un ama de llaves: precisamente así era en tiempos pasados cuando había presbiterio y reuniones de las Hijas de María y de todas las hermandades de la parroquia, excepto, claro es, que …. Sin mirarla pregunto suavemente:
--¿Cómo esta Brígida? – y el corazón le saltó al nombrarla. Un pecado puede tener enormes consecuencias: él llevaba seis años fuera de su ….hogar.
--Está bien, como todos nosotros. ¿Qué creía usted?”

“¿No sería deber suyo el quedarse, aunque le despreciasen, aunque fuesen asesinados por su causa, aunque les corrompiese su mal ejemplo? Le perturbaba la enormidad del problema; yacía con las manos sobre los ojos: en ninguna parte, en toda la gran llanura pantanosa, había una sola persona a quien pudiera consultar. Se llevó a la boca la botella de aguardiente.”

Cuando estuvo frente a su hija: “Echó una mirada a los ojos de la pequeña, que le amedrentaban; de nuevo parecía tener delante a una niña hecha mujer antes de tiempo, maquinando planes, demasiado consciente. Era como si viera su propio pecado mortal sin contrición que le mirase. Intentó hallar algún contacto con la niña y no con la mujer;….”

Y de su mujer: “Le asombraba y aliviaba un poco el carácter acomodaticio de María. Una vez, durante cinco minutos, siete años atrás, habían sido amantes, si es que puede darse tal nombre a una situación en la cual ella no le llamó jamás por su nombre de pila; para ella no fue sino un incidente, un rasguño que se cura por completo en la carne sana. Incluso le enorgullecía el haber sido la mujer del cura. Tan solo el llevaba una herida que le hacía pensar que se había acabado el mundo.”

El cansancio, el sentimiento permanente de culpa: “Sintió una tentación inmensa de adelantarse ante el teniente y declarar: “Soy yo el que usted busca”. ¿Le fusilarían al instante? Una ilusoria promesa de paz le tentaba……”

El perseguidor y la antesala de la muerte: “El teniente volvió a abrir la puerta llevándose maquinalmente la mano al revólver. Sentíase taciturno, como si al tener al cura bajo llaves y cerrojos no quedara nada en que pensar. Los resortes de su actividad parecían haberse roto. Recordaba las semanas del acoso como un tiempo feliz terminado para siempre. Sentíase sin objeto como si la vida se hubiese agotado en el mundo.
Dijo con amarga bondad:
--Procure dormir.
Ya estaba cerrando la puerta cuando una voz temblorosa le habló:
--Teniente.
¿Qué?
--Usted ha visto fusilar gente. Gente como yo.
--Si.
--¿El dolor dura … mucho tiempo?
--No, no. Un segundo –contestó con aspereza, y cerró la puerta, marchándose a través del patio encalado.
 “Bebió un trago más de aguardiente, y levantándose con dolor a causa del calambre, se dirigió a la puerta y miró a través de la reja el cuadro cálido e iluminado de la luna. Distinguió los gendarmes dormidos en sus hamacas y a uno que no podía dormir balanceándose indolente de un lado a otro. Por todas partes había un silencio extraño, incluso en las otras celdas; parecía que el mundo entero hubiese vuelto la espalda para no verle morir……
“Los ocho años de servicio duro y desesperado le parecían tan solo una parodia de sacerdocio: unas pocas comuniones, unas pocas confesiones, y un mal ejemplo sin fin. Pensaba: --sí al menos tuviera una sola alma que ofrecer, para poder decir a Dios: He aquí mi trabajo--”




sábado, 15 de noviembre de 2014

LA MUERTE EN VENECIA






En La muerte en Venecia de Thomas Mann, Premio Nobel de literatura 1929, el personaje central es el escritor alemán Gustavo von Aschenbach, quien cumple cincuenta años y vive en Munich, a principios del siglo veinte. Cuando pasea por los alrededores de la ciudad, llega a la conclusión de que debe salir a algún lugar para descansar de su trabajo creativo.

Con el tiempo, las obras de Gustavo von Aschenbach habían adquirido cierto carácter oficial, didáctico; su estilo perdió las osadías creadoras, los matices sutiles y nuevos; su estilo se hizo clásico, acabado, limado, conservador, formal, casi formulista. Como Luis XIV, suprimió además toda palabra ordinaria en sus escritos.

Nos ilustra Thomas Mann que “….el arte significa, para quien lo vive, una vida enaltecida; sus dichas son más hondas y desgastan más rápidamente; graba en el rostro de sus servidores las señales de aventuras imaginarias, y el artista, aunque viva exteriormente en un retiro claustral, se siente al fin y al cabo poseído de un refinamiento, un cansancio, y una curiosidad de los nervios, más intensos de los que puede engendrar una vida llena de pasiones y goces violentos.”

Toma  Aschenbach el tren para Trieste y en dicha ciudad se embarcó hacia una isla del Adriático, situada no lejos de la costa de Istria. Pero la lluvia y el aire pesado, el hotel lleno de veraneantes de clase media austriaca y la falta de aquella sosegada convivencia con el mar, le hicieron comprender que no había encontrado el lugar que buscaba.

Se apresuró a abandonar su falsa residencia. Un bote a motor le volvió rápidamente con su equipaje al puerto de guerra austriaco, ahí subió a la húmeda cubierta de un pequeño vapor para emprender el viaje a Venecia. Era el barco una vieja cáscara de nuez, sucia y sombría. En Venecia se hospeda en el “Hotel Bader” de la playa El Lido, a corta distancia del Hotel Excelsior.

Al reflexionar Mann sobre su personaje nos dice: “Los sentimientos y observaciones del hombre solitario son al mismo tiempo más confusos y más intensos que los de las gentes sociales; sus pensamientos son más graves, más extraños y siempre tienen un matiz de tristeza. Imágenes y sensaciones que se esfumarían fácilmente con una mirada, con una risa, un cambio de opiniones, se aferran fuertemente en el ánimo del solitario, se ahondan en el silencio y se convierten en acontecimientos, aventuras, sentimientos importantes.”

En el hotel encontró una variedad importante de  personajes de distintas nacionalidades. Se veían los secos y largos semblantes de los americanos, numerosas familias rusas, señoras inglesas, niños alemanes con institutrices francesas. La raza eslava parecía dominar. Cerca de él hablaban en polaco, se trataba de un grupo de muchachos reunidos alrededor de una mesilla de paja, bajo la vigilancia de una maestra o señorita de compañía, tres chicas de quince a diecisiete años y un muchacho de cabellos largos que parecía tener unos catorce, y que más tarde sabría que le llamaban Tadrio.

Por asociación de ideas pensó en Sócrates que adoctrinaba a Fedón sobre el deseo y la virtud. “Pués sólo la belleza, Fedón mío, sólo ella es amable y adorable al propio tiempo. Ella es, ¡óyelo bien!, la única forma de lo espiritual que recibimos con nuestro cuerpo, y que nuestros sentidos pueden soportar. Pues ¿Qué sería de nosotros si se nos apareciese lo divino en otra de sus manifestaciones, si la razón, la virtud y la verdad se nos presentaran en formas sensibles? ¿No arderíamos y nos disolveríamos en amor como otra época ante Zeuz? La belleza es, pues, el camino del hombre sensible al espíritu, sólo el camino, sólo medio, Fedón…..” 

Durante la cuarta semana en Venecia, Aschenbach hizo algunas observaciones relacionadas con el mundo exterior. Primero le pareció notar que, a medida que avanzaba la estación, la concurrencia parecía disminuir en el hotel. Al visitar una agencia de viajes que atendía un joven inglés, logró de éste la confirmación de sus temores. A mediados de mayo habían descubierto en Venecia los síntomas del mal conocido como cólera, los terribles síntomas de la peste  en los cadáveres ennegrecidos, descompuestos, de un marinero y una verdulera.

Mann describe las últimas escenas “Otoño y decadencia parecían abrumar al balneario días antes animado por tanta profusión de colores, y en aquel instante ya casi abandonado, tanto que ni siquiera la arena estaba limpia. Un aparato fotográfico, cuyo dueño no apareció por ningún lado, descansaba junto al mar sobre su trípode, y el paño negro que habían echado sobre él flotaba al viento.” Y finaliza “Pasaron unos minutos antes de que acudieran en su auxilio; había caído a un lado de su silla. Le llevaron a su habitación, y aquel mismo día, el mundo, respetuosamente estremecido, recibió la noticia de su muerte.”

La obra es una metáfora de la muerte en sus distintas manifestaciones, y la narración de intenso lirismo es a pesar de todo contenida por la sobriedad del autor. Así finaliza la pequeña obra maestra de apenas cien páginas, que estremeció a los lectores del genio alemán.

Basado en la novela, Luchino Visconti realizó un filme, interpretado por Dirk Bogarde como protagonista, cuyo mejor elogio sería decir que no desmerece en nada el libro. En la película el protagonista es el neurótico músico judío alemán Gustav Mahler, del que el fondo musical de la película está tomado de sus sinfonías, de manera  destacada el intenso adagio de la Quinta, acompañamiento del final del protagonista en la playa de El Lido. El adagio tiene una duración de poco más de once minutos, en los que se desarrollan las escenas de la muerte del protagonista. El papel de Tadrio lo interpreta una joven, que se asume como el mancebo adolescente.

Por su parte el músico británico Benjamin Britten creó la opera Death in Venice en 1973, tomando como base la novela de Mann. Dicha obra la presentó en el Covent Garden de Londres.




domingo, 9 de noviembre de 2014

EL CID EN EL PAISAJE DE CASTILLA








EL CANTAR DE MIO CID, primer monumento conocido de la literatura española, afirma Alfonso Reyes, es un poema épico que narra, en tres cantos, las hazañas del héroe nacional, Rodrigo Díaz de Vivar, a quien por su arrojo en los combates llamaron el Cid Campeador, que quiere decir “batallador”. El poema tiene un fondo histórico considerable, y sus descripciones geográficas son de una exactitud casi prosaica. Por su parte Cid para los moros significa señor.

Fue escrito probablemente hacia 1140. Se conserva en una copia manuscrita hecha por Pedro Abad en 1307. Se ignora el nombre de su autor, y sólo se supone que fuera vecino de Medinaceli o sus cercanías, por la minuciosidad con que suele describir aquellos contornos. A juzgar por ciertas peculiaridades del lenguaje, probable es que fuera un mozárabe, o cristiano que vivía entre moros.

El género de poesía a que este poema pertenece duró en España hasta el siglo XV, y produjo otros poemas de que sólo nos quedan fragmentos o prosificaciones incorporadas en viejas crónicas. La poesía épica castellana había recibido inspiraciones de la épica francesa, pero –a diferencia de ésta— era poco dado a lo fabuloso y fantástico. Cuando comenzaron a contarse en prosa los asuntos de la poesía épica francesa, resultaron las novelas de caballerías; cuando se hizo lo propio con la poesía épica castellana, resultaron, por regla general, libros de historia y crónicas.

En 1779, Tomás Antonio Sánchez, publicó por primera vez el Cantar de MIO CID en su Colección de poesías castellanas anteriores al siglo XV, tomo I. En 1864, Florencio Janer lo reimprimió en el volumen LVII de la Biblioteca de Autores Españoles de Rivadeneyra. K. Vollmöller lo publicó nuevamente en Halle, 1879. Don Ramón Menéndez Pidal inaugura una nueva era de los estudios cidianos al publicar el poema en 1808-1900, a lo cual siguió su obra fundamental: Cantar de MIO CID, texto, gramática y vocabulario, 3 vols. Madrid 1908-1911; y en 1913 otra edición para los Clásicos Castellanos de La Lectura: Poema de MIO CID. También A. M. Huntington ha publicado una edición de lujo del CID, en Nueva York, 1897-1903.

La figura del Cid Campeador, universalmente conocida, lo es sobre todo, para el público general, a través de los romances viejos, posteriores en varios siglos al Poema de MIO CID, y que representan, a todas luces, un mundo estético distinto del de los juglares medievales: más elegante, sin duda, más compuesto; pero donde la figura de Don Rodrigo pierde algo de la llaneza con que se nos muestra en el Cantar, y aun padece, a ratos, verdaderas ofuscaciones.

El mayor mérito artístico del viejo poema está, sin duda, en esta nota de sobriedad. Aquí nunca gesticula el dolor, y la alegría tiene siempre una gracia bronca. Si en Cervantes se admira como un florecimiento del espíritu español, en el Cantar de MIO CID todos creen reconocer las raíces de la sensibilidad castellana. Así aunque la idea del patriotismo del Cid no se encuentre expresa en el poema, la figura del héroe ha adquirido una importancia de símbolo nacional.

El texto antiguo es fiel copia de la edición preparada por Don Ramón Menéndez Pidal para los Clásicos Castellanos de la Lectura (Madrid, 1913). En cuanto a la prosificación, procura respetar el espíritu del viejo poema, y se ciñe a sus palabras tan estrictamente como lo tolera el sentido actual de la prosa castellana; puede, pues, servir como auxilio para la interpretación del texto original, y también puede leérsela de corrido.

El primer canto habla del destierro. El rey Alfonso envía al Cid para cobrar las parias del rey moro de Sevilla, este es atacado por el conde castellano García Ordoñez. El Cid, amparando el moro vasallo del rey de Castilla, vence a García Ordoñez en Cabra y le prende afrentosamente. Torna a Castilla con las parias, pero sus enemigos lo indisponen con el rey y éste lo destierra.

El cantar segundo se refiere a las bodas de las hijas del Cid, aquí comienza la canción del Cid del Vivar. Ha poblado ya el puerto de Olocau, alejándose de Zaragoza y sus tierras, de Huesca, de Montalbán, ahora comienza a guerrear del lado de la mar salada. Por el Oriente sale el sol: allá se encamina, y gana a Jérica, a Onda, a Almenara, y conquista las tierras de Burriana. El Creador, señor del  cielo, es quien le ayuda, así pudo tomar a Murviedro, Dios no le desampara. El obispo don Gerónimo bendice a las hijas del Cid y a los infantes de Carrión y se celebran las bodas en el alcázar.

El canto tercero trata de la Afrenta de Corpes. Se suelta el león del Cid y los infantes de Carrión manifiestan miedo, en tanto el Cid lo amansa para vergüenza de ellos. Los infantes maltratan y abandonan a sus mujeres (las hijas del Cid), las dejan por muertas. El rey convoca corte en Toledo para juzgar a los Carrión.

El poema finaliza diciendo:
“Los de Navarra y Aragón hicieron sus pláticas, tuvieron
junta con el rey don Alfonso, y al fin doña Elvira y doña
Sol se casaron. Si grandes fueron las primeras bodas, éstas
máximas, y la casa queda mucho más honrada que antes.
Ved, pues, como se enaltecía el bienhadado, que ya sus
hijas son señoras de Aragón y Navarra. Hoy los reyes de
España son sus parientes, y todos creen en honra por el
que nació en claro día.
“Nuestro buen Cid, señor de Valencia, dejó el siglo en
Pascua de Pentecostés. Dios le haya perdonado, y así
haga con todos nosotros, justos y pecadores.
“Estas son las hazañas del Cid Campeador.
Y en llegando a este punto se acaba la canción.”


Es este poema la imagen del mundo medieval y de la constante lucha entre las culturas de Mahoma y la cristiana, que acabará por resolverse en el siglo XV, con el triunfo de los Reyes Católicos sobre los califatos Omeyas.

domingo, 2 de noviembre de 2014

EL RETO DE LA SEGURIDAD PUBLICA EN LA ZONA METROPOLITANA






Para las administraciones públicas municipales que inician en octubre de 2015, la seguridad pública será sin duda su mayor dolor de cabeza, como apuntan los hechos actuales y como se ha venido manifestando en la actual administración, en que más que avances se ha retrocedido dramáticamente en términos de mayor corrupción e ineficiencia.

Las manifestaciones se presentan en denuncias y quejas ante los órganos de procuración de justicia, de contraloría y de derechos humanos. Por ejemplo en el municipio de Tlajomulco de Zuñiga de una plantilla laboral de menos de 600 policías, la delegación de la Fiscalía General tiene registrados hasta el mes de septiembre 50 denuncias de abusos, la Jefatura de Asuntos Internos 80 quejas y la Comisión Estatal de Derechos Humanos 70.

Son varios los elementos que han contribuido al deterioro en que actualmente se encuentran todas las corporaciones, empezando por el descuido de los órganos federales y estatales encargados de mantener la mejora de la profesionalización y la organización del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Entre otros yerros se encuentra el del gobierno de Peña Nieto de desentenderse de obligar a los poco más de doscientos municipios de mayor número de habitantes del país, a quienes se les entrega el subsidio federal mejor conocido como SUBSEMUN, para condicionar la entrega de dicho subsidio a los avances de planes y programas. Por otro lado los órganos estatales como el Consejo Estatal de Seguridad Pública, se han desentendido de su obligación de vigilar el desempeño de los municipios en el cumplimiento de los avances del Sistema.

Los gobiernos han desatendido, sobre todo por el desconocimiento del propio Sistema y sus objetivos, como es el caso del Centro Nacional de Información conocido como Plataforma México. Fue abandonado por el gobierno federal, a pesar de los avances que había obtenido en su función estratégica de obtener y concentrar la información de todas las corporaciones del país, de los órganos de procuración de justicia, de los sistemas judiciales y los centros de detención.

Esas decisiones le granjearon al gobierno federal una fuerte fricción con el Departamento de Estado Norteamericano, sobre todo porque fue financiado con recursos del Plan Mérida. El Centro de Información quedó empantanado operando como un órgano burocrático, desaprovechando un instrumento valioso para la unificación de información, de criterios policiales, criminológicos y tecnológicos.

Sin embargo lo que para los efectos locales se debe considerar es la visión que los partidos políticos y sus candidatos tienen para enfrentar la función de la seguridad pública y la ineficiencia de las corporaciones. Asunto nada fácil y aun más preocupante si quienes han de administrar los municipios siguen considerando que sea la federación quien resuelva los problemas sobre todo de financiamiento, como sucedió con las pruebas de Control de Confianza, que retrasaron la depuración de las corporaciones por dos años, agravando el ya de por si grave problema de falta de personal y la corrupción policiaca municipal.

Lo que la ciudadanía debe esperar de las siguientes administraciones es un Plan de Seguridad Pública sólidamente estructurado en que se manifieste con claridad lo que se va a hacer y lo que es más importante como lo van a hacer. Por ejemplo nadie dice y es de esperar que todo mundo evitará decirlo, cómo resolverán el grave problema de las nóminas de la delincuencia organizada, fenómeno común a todos los municipios de la Zona Metropolitana. Es claro que en esos municipios se tiene comprometida prácticamente a toda la corporación, empezando por sus dirigentes.

Un Plan implicaría que cada partido y candidato presentara su proyecto para los tres años, en que nos dijera como piensa resolver en cantidad y calidad los servicios. Por ejemplo a partir del instrumento de medición llamado Informe Policial, cuántos servicios se proponen generar en las diferentes etapas de la administración. Sería deseable que cuando menos en el término de los tres años, se obtuviera el objetivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de diez servicios por mes por elemento. Actualmente producen menos de tres servicios.

Otro aspecto de la cantidad implica sus recursos, para el caso de los recursos humanos, en este momento las corporaciones apenas cuentan con 1.2 policías por cada mil habitantes, siendo que el Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene considerado un piso de 1.8. Una administración municipal eficiente debe ofrecer tener al final de su periodo tres policías por cada mil habitantes.

Para el caso de los recursos materiales se debe tener en la calle cuando menos una patrulla por cada doce policías, considerando que el vehículo trabaje los tres turnos en forma constante. Además de programar gasto para una reingeniería operativa que considere adquisición de edificios, equipamiento y tecnología.

En lo referente a la calidad de los servicios debe partirse de manera elemental en el tiempo de respuesta, misma que no debe atenderse en no más de cinco minutos, además de la presencia permanente de patrullaje geográfico para generar la disuasión de delitos y faltas administrativos. En este tema debe considerarse además la actuación profesional del personal.

Para lograr esos objetivos de cantidad y calidad, por depuración de personal, contrataciones y capacitación, adquisición de recursos materiales y tecnologías, entre otros, las administraciones deben programar un gasto anual importante, además del que se viene ejerciendo.

Por ejemplo para el caso de Guadalajara debe considerarse una inversión anual de ciento cincuenta millones de pesos. En Zapopan que no es necesario aumento de sueldo, sería un gasto de ciento veinte millones. Tlajomulco de Zuñiga requiere de una inversión anual de cincuenta millones de pesos.


Habrá que esperar las propuestas de campaña que se hagan para el tema, sin embargo la ciudadanía deberá estar atenta para que en el camino no se modifiquen las inversiones, sobre todo canalizadas a la obra pública, misma que representa una tentación permanente para los administradores como fuente irregular de recursos.