sábado, 4 de junio de 2011

ALBERTO OROZCO ROMERO





El gobierno de Alberto Orozco Romero ha sido calificado desde diversos ángulos. En tanto algunos observadores lo han tratado como tolerante y suave, otros insisten en que fue un gobierno tibio, que permitió la presencia de grandes intereses que se expresaban mediante la fuerza y aun la violencia. En realidad el gobierno fue víctima de los cacicazgos de esa época que se expresaban sin ninguna limitación y ejercían su poder a través de la presión.



Un elemento de conflicto permanente lo representaba la organización estudiantil de la Universidad de Guadalajara, que permanecía bajo el rígido control de Carlos Ramírez, asesinado durante el período de Orozco Romero en 1975. No se debe dejar de considerar que el grupo tenía aun la fuerza que le había otorgado el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, como la del secretario de la Defensa Nacional Marcelino García Barragán.



El grupo de la familia Zuno por su parte, ejercía influencia en amplios  territorios del estado, quienes con el poder de la Presidencia de la República, imponían presidentes municipales y diputados locales a través de las candidaturas del PRI.

Mantenían el control de la Comisión del Sur bajo el mando de José Guadalupe Zuno Arce, desde la ciudad de Tuxpán Jalisco, entre otros centros de poder. Un factor determinante en el daño al sexenio de Orozco Romero fue el exagerado apoyo que brindó Luis Echeverría a la familia de su esposa.



Otras fuerzas de no menor significancia eran las que representaban las centrales obreras de la CROC y la CTM, cuyo poder era ejercido por Francisco Silva Romero y Heliodoro Hernández Loza. Destaca en la época el crecimiento exagerado de los crímenes violentos y patrimoniales. Sumado a lo anterior el gobierno federal nunca apoyó al local, dejándolo a la deriva entre los intereses y los conflictos.



Como consecuencia de la represión al llamado Frente Estudiantil Revolucionario, se generó la radicalización de dicha corriente, hasta convertirse en un grupo guerrillero de corte terrorista, violento en extremo, tolerado y aun alentado desde la Presidencia de la República. Por otro lado la presencia de las células guerrilleras justificó la creación de grupos paramilitares por las áreas de seguridad, como el protegido por el general Federico Amaya Rodríguez, comandante de la zona militar. Cometieron los grupos represivos innumerables abusos con el uso de la fuerza, brindaban además protección obligatoria mediante la extorsión a las familias adineradas y actuaban con total impunidad dentro de los espacios del crimen organizado.



De Orozco Romero reconocen quienes lo conocieron de cerca, la gentileza de su trato y la sencillez con que se conducía, se le señala como un hombre profundamente humano y su ideología liberal de dejar hacer y dejar pasar fue la norma con la que condujo su gobierno. La liberalidad de la conducta y el respeto hacia la formas de pensar y de actuar de los demás, eran su referencia para la toma de decisiones políticas que para la circunstancias no era lo más apropiado, según sus críticos más severos.



En las últimas entrevistas que concedió a los medios, destacó haber dejado las arcas sanas y con fuertes sumas financieras que soportaron sin problema el arranque de la siguiente administración estatal. Entre las obras de su gobierno destacan la construcción del Colector Central de Drenaje y la ampliación a cuatro carriles de la salida de la carretera Morelia-Barra Navidad.



La obra pública más polémica del sexenio fue la llamada Avenida del Federalismo, que destruyó zonas populares y de fuerte arraigo de la ciudad de Guadalajara y que significó la destrucción del patrimonio de muchas familias y la consiguiente inconformidad. El costo se habría de pagar en las elecciones de mitad de sexenio, especialmente la Presidencia de Guadalajara, en la que el triunfo del PRI fue severamente cuestionado y cuyo candidato Juan Delgado Navarro cargó con el estigma. Por otro lado el PRI perdió los distritos primero y tercero de Guadalajara en manos de Acción Nacional, lo que significó el primer descalabro del partido dominante.



Dentro de los saldos negativos del gobierno, se encuentra la corrupción que apareció en varias áreas de la administración, como fueron las obras y de las que se cuestionó el procedimiento de adjudicación y los beneficios que obtuvieron los funcionarios del área. Otra dependencia exhibida por abusos fue el reclusorio que dirigió un familiar de la esposa del gobernador y que era señalado por cobrar a los internos los privilegios que se les otorgaban, lo que generaba importantes sumas de dinero. Otro escándalo que ensombreció ese gobierno fue la adquisición de los trolebuses para el transporte público, que fueron considerados chatarra.



La corrupción en el Poder Judicial tuvo en ese sexenio una de las etapas más álgidas. La Procuración de Justicia continuó con sus vicios atávicos, con abusos graves en derechos humanos, cometidos por la Policía Judicial. La Policía del Servicio Secreto de Guadalajara, siguió siendo cuestionada por deshonesta y abusiva.

Es el gobierno de Orozco Romero como el de Medina Ascencio, continuador de Juan Gil Preciado en la organización y liderazgo de las estructuras de su partido, por permitir la permanencia de los grupos que venían ejerciendo el poder. La misma estructura y control caciquil de las organizaciones de la Liga de Comunidades Agrarias y el llamado Sector Popular.



Alberto Orozco Romero tomo posesión del gobierno el primero de marzo de 1971 y lo entregó el 28 de febrero de 1977. Se distinguió por la presencia de funcionarios cultos y liberales que le dieron un sello de apertura y tolerancia. Algunos analistas ven a Alberto Orozco Romero, su secretario de gobierno Alberto Rosas Benítez, José Luis Lamadrid Souza y Reyes Rodolfo Flores Zaragoza, quienes participaban apoyando las acciones de gobierno desde los ámbitos federales, como pertenecientes a la escuela liberal de José Cornejo Franco.