sábado, 25 de diciembre de 2010

LOS RECURSOS NATURALES EN JALISCO

El medio ambiente sigue siendo uno de los temas pendientes de atender, factores como la deforestación avanzada, el deterioro de los suelos y la excesiva contaminación del aire y del agua son renglones que los gobiernos han olvidado de forma recurrente.



En el trienio de 1986 a 1988 los gobiernos municipales de la zona metropolitana incluyendo Tlajomulco, impulsaron por última vez la reforestación en una forma consistente. Aunque cabe aclarar que se cometieron errores en las variedades de árboles plantados, que en muchos casos destruyeron banquetas y generaron plagas cuyos residuos dañan los vehículos. Una de las mayores necesidades en el estado y predominantemente en la zona metropolitana de Guadalajara es la recuperación de la vegetación. Debe realizarse asimismo un programa estatal de creación de parques, para preservar y proteger las diversas variedades de flora y fauna.



En su afán de hacer obra pública improvisada, el propio gobierno del estado se ha convertido en el mayor depredador de los recursos naturales, causando la destrucción de valiosos ecosistemas. Casos como las carreteras Mascota-Puerto Vallarta, Bolaños-Mezquitic y Autlán-Tomatlán en los que no se ha respetado la normatividad ambiental, son ilustrativos.



Uno de los elementos que más sufre del subdesarrollo y de la inconsciencia de los gobiernos es la contaminación de las aguas, que se presenta en prácticamente todos los ríos y mantos acuíferos del estado, empezando por la cuenca Lerma Chapala. La Zona Metropolitana de Guadalajara es el mayor contaminante de aguas, cuyos desechos van al río Santiago. Los contaminantes, algunos venenosos y cancerígenos de origen industrial, han acabado con la vida de los ríos.



En la cuenca Lerma Chapala, el Gobierno Federal y los gobiernos de los estados por los que cruza el sistema han establecido diversos convenios para la recuperación ambiental de la cuenca. La contaminación que generan los asentamientos humanos y los parques industriales desde el Estado de México es despiadada, agravada por los desechos locales. El Gobierno del Estado por su parte, no ha arrancado el sistema de tratamiento de aguas residuales de la zona metropolitana.



El 13 de abril de 1989 se firmó el Acuerdo de Coordinación para llevar a cabo el programa de ordenamiento de los aprovechamientos hidráulicos y el saneamiento de la Cuenca Lerma Chapala, teniendo como fin principal el desarrollo sustentable de la cuenca y la preservación del lago de Chapala. En 1991 se firmó el Acuerdo de Coordinación para la Distribución y Usos de las Aguas Superficiales por el Ejecutivo Federal y los gobernadores de los estados. En el año de 2004 se retomaron las acciones a favor del sistema, cuando se firmaron dos acuerdos, el de Coordinación para la recuperación y la sustentabilidad de la cuenca y el que reconoce a Chapala como Sujeto de Derecho y concede a los usos ecológicos igual peso que los aprovechamientos económicos. Se establece además que el lago nunca tendrá menos de dos mil hectómetros cúbicos de agua almacenada. Sin embargo las acciones continúan entrampadas.



Por su parte los ríos que anteriormente tenían sus causes arbolados y con vasta vida animal ahora son arroyos pestilentes que agonizan contaminados por los asentamientos que se localizan a su paso, así como por los desechos industriales. Otro caso lamentable es el lago de Cajititlán en el municipio de Tlajomulco, sin que autoridad alguna realice esfuerzo por salvarlo. El entorno de ese lago pudiera convertirse en un emporio turístico aprovechando sus edificios coloniales y la belleza natural que lo rodea. Un proyecto de recuperación del lago con la reforestación de las áreas que lo circundan, podría convertirlo en importante polo de atracción.



Dentro de las llamadas humedales destacan la Laguna de Sayula que se encuentra dentro de la cuenca Zacoalco Sayula y que comprende las dos grandes sierras de Tapalpa y El Tigre, con importante diversidad de vegetación y 132 especies de aves entre otros tipos de fauna. La Reserva de la Biosfera Chamela-Cuixmala ubicada en el estuario del río Cuixmala y las lagunas de El Corte y la Manzanillera, donde anidan diversas tortugas marinas, cocodrilos americanos, pumas, ocelotes y jaguares. La Laguna de Zapotlán ubicada en la parte más baja de la cuenca de Zapotlán y que alberga un número considerable de especies en peligro y la Laguna de Atotonilco ubicada en Villa Corona con especies amenazadas, entre otras.



Entre los recursos naturales que enriquecen al Estado se encuentra también la reserva de la biósfera de la Sierra de Manantlán con flora y fauna endémicas, especies amenazadas y en peligro de extinción. Reducto de las selvas que todavía en la década de los cincuenta eran de enorme extensión. Entre las Areas Naturales Protegidas destacan El Nevado de Colima y el Bosque de la Primavera, ecosistemas valiosos para la vida natural y humana del estado. Debe desarrollarse un programa integral de recuperación de los bosques de las zonas montañosas que la explotación irracional ha destruido y que convirtió extensas zonas de riqueza boscosa en áridas serranías, como es el caso de Jilotlán de los Dolores en el sur o los municipios del norte del estado.



El aumento constante de vehículos en circulación agrava severamente la contaminación del aire en las zonas urbanas. Modificar el hábito del uso del transporte privado por el del transporte público, es la primera condición para convertir las ciudades en espacios amigables. Es evidente la necesidad de crear primero un servicio de transporte público eficiente, limpio y atractivo para los usuarios.



Debe ser una preocupación básica de la sociedad recuperar la salud ecológica, misma que se manifiesta en el cuidado y mantenimiento de los recursos naturales. Sin embargo la responsabilidad de organizar recae en los gobiernos, a quienes se les ha otorgado los recursos materiales y jurídicos para llevar adelante la tarea de recuperar y proteger el medio ambiente.

sábado, 18 de diciembre de 2010

VARGAS LLOSA Y ARGUEDAS




Cuando Vargas Llosa escribió La Ciudad y Los Perros seguramente estaba pensando en José María Arguedas, que se describe a sí mismo en su novela Los Ríos Profundos, como un adolescente internado en el colegio católico del padre Linares, en la ciudad peruana de Abancay.



La narrativa lírica y apasionada de Arguedas penetra profundamente en el ánimo del lector, que es llevado por un muchacho de exagerada sensibilidad por los escenarios de ciudades criollas, en las que los indígenas quechuas permanecen como sombras marginales. Además sufre el personaje la soledad y la ausencia de su padre, que lo ha dejado en una ciudad extraña.



La narración de Vargas Llosa por su parte contrasta por su sobriedad descriptiva, casi objetiva. Su Obra es una revelación y un acontecimiento literario en los países de habla hispana. La novela hizo una vertiginosa carrera y es traducida a catorce lenguas. Describe el novelista la vida en el colegio militar Leoncio Prado de Lima, en que se entra por favor del Estado, por vocación militar o por castigo impuesto por los padres y en que conviven jóvenes procedentes de todos los niveles sociales, económicos, étnicos y geográficos del Perú.



Para los críticos, el autor injerta en un virtuoso cosmopolitismo literario un primitivo impulso sudamericano, un instintivo actuar indiferente ante los convencionalismos europeos. El cuadro en su conjunto es un alegato en contra de la brutalidad y la falsa virilidad que se pretende inculcar en los jóvenes para fabricar héroes pero que de hecho resulta en la anulación en ellos de toda sensibilidad.



Vargas Llosa no logra separarse de los arquetipos de Arguedas, escenarios, personajes, todos coinciden. Se podría decir que arranca con el impulso de Arguedas para crear su propio universo, que con el tiempo habría de llevarlo al premio Nobel. Arguedas por su parte es en alguna medida un romántico que desborda su narración al describir los lugares, los hechos, los protagonistas, pero sobre todo al manifestar su afecto por los quechua, a quienes admira y siente tan cercanos como hermanos con quienes vivió su infancia. Su narración no se detiene en los límites tradicionales de la literatura convencional, rebasa cualquier intento de moderación y expresa sus emociones cual adolescente, sobre todo su inmensa identificación por el indio.



La horfandad que lo acompaña desde el momento de la partida de su padre, se manifiesta con tal intensidad que hace vibrar al lector, que lo observa impotente ante una realidad que el muchacho está muy lejos de asimilar, en un mundo hostil. Los pincelazos estéticos aparecen por ejemplo cuando describe el grupo musical: “Los arpistas indios tocan con los ojos cerrados. La voz del arpa parecía brotar de la oscuridad que hay dentro de la caja; y el charango formaba un torbellino que grababa en la memoria la letra y música de los cantos”; o cuando habla de los viajes con su padre “Entramos al Cuzco de noche. La estación del ferrocarril y la ancha avenida por la que avanzábamos lentamente, a pie, me sorprendieron. El alumbrado eléctrico era más débil que el de algunos pueblos pequeños que conocía. Verjas de madera o de acero defendían jardines y casas modernas. El Cuzco de mi padre, el que me había descrito quizá mil veces, no podía ser ese.

“--¡Mira al frente! –me dijo mi padre. --Fue el palacio de un inca.

“Cuando mi padre señaló el muro, me detuve. Era oscuro, áspero; atraía con su faz recostada. La pared blanca del segundo piso empezaba en línea recta sobre el muro.

“….Corrí a ver el muro. Formaba esquina. Avanzaba a lo largo de una calle ancha y continuaba en otra angosta más oscura, que olía a orines. Esa angosta calle, escalaba la ladera. Caminé frente al muro, piedra tras piedra. Me alejaba unos pasos, lo contemplaba y volvía a acercarme. Toqué las piedras con mis manos; seguí la línea ondulante, imprevisible, como la de los ríos, en que se juntan los bloques de roca. En la oscura calle, en el silencio, el muro parecía vivo, sobre la palma de mis manos llameaba la juntura de las piedras que había tocado”.



La traumática despedida de su padre la describe así: “Y nos separamos casi con alegría, con la misma esperanza que después del cansancio de un pueblo nos iluminaba al empezar otro viaje.



“El subiría la cumbre de la cordillera que se elevaba al otro lado del Pachachaca; pasaría el río por un puente de cal y canto, de tres arcos. Desde el abra se despediría del valle y vería un campo nuevo. Y mientras en Chalhuaca, cuando hablara con los amigos, en su calidad de forastero recién llegado, sentiría mi ausencia, yo exploraría palmo a palmo el gran valle y el pueblo; recibiría la corriente poderosa y triste que golpea a los niños, cuando deben enfrentarse solos a un mundo cargado de monstruos y de fuego, y de grandes ríos que cantan con la música más hermosa al chocar contra las piedras y las islas”.



Es Arguedas un testigo involuntario de la fatal muerte de una cultura que agoniza ante sus ojos. La inmensa identificación con los quechuas, su lenguaje, su música, su fatalidad, es el fondo de la narración. Su inexorable y desesperante desaparición, ante la insensible indiferencia de criollos y mestizos.



Es imposible no tratar de comparar a los dos grandes autores peruanos, la narración fuerte, apasionada, como las grandes avenidas de los ríos y la que fluye por la superficie. Sin duda Vargas Llosa partió de Arguedas para seguir un camino propio, sin embargo la fuerza del tutor permanece inalterable ante los lectores que acudimos a ambas fuentes literarias, el rio vigoroso ante las calmadas aguas que ocultan las corrientes profundas.





sábado, 11 de diciembre de 2010

EL GOBIERNO DE ALBERTO CARDENAS JIMENEZ







El triunfo electoral de Cárdenas fue el de la alternancia en Jalisco, desplazando a los gobiernos del PRI que a esa fecha acumulaban enorme desgaste. Con su elección obtuvo además un margen electoral atípico, de veinte distritos locales Acción Nacional triunfó en diecisiete, lo que permitiría al nuevo gobierno hacer reformas de ley sin tener que negociar con la oposición. Sin embargo se entramparon en errores, actuando con prepotencia y los radicales le atribuyeron contenido ético al resultado electoral. Perdieron así la oportunidad de hacer un gobierno exitoso y de cambios trascendentes.



El gobierno fue de claroscuros, desde el nombramiento de sus funcionarios se dedicó a pagar facturas electorales, lo que lo llevó a integrar un gabinete ajeno al perfil para el difícil proceso de transición. El caso del secretario de gobierno fue emblemático, fue uno de los funcionarios más influyentes durante un largo periodo de gobierno, operó en medio de escándalos de corrupción en la adquisición de bienes, además llevó al punto de ruptura a los reclusorios, generando tensión y conflictos con saldo de internos muertos.



Cárdenas pagó cara su improvisación en la seguridad pública, al entregar la dependencia a la comandancia militar de la región, sin conocer los antecedentes de los personajes. Eso le generó conflictos que llevaron a la seguridad pública a las puertas del crimen organizado. Desconocía el gobernador que una de las acciones más complejas y difíciles es la relación con las corporaciones federales, que por naturaleza tienden a involucrarse en actividades criminales.



Las áreas locales deben llevar una buena relación con dichas corporaciones y cooperación recíproca, sin embargo tienen además la función de vigilar la actuación de dichos organismos, lo que permite a los gobiernos locales conocer su actuación e intereses. El gobierno de Cárdenas hizo lo contrario, el resultado fue que el director de seguridad pública terminó procesado por delitos federales, en compañía de quien había sido el comandante de la Quinta Región Militar. El siguiente titular de la dependencia fue Daniel Ituarte, separado de la presidencia municipal de Zapopan por escándalos de abusos. Esta nueva etapa no escapó a los señalamientos de torpeza, colusión con delincuentes y corrupción.



Los secuestros y los asaltos aumentaron exageradamente, aunque los primeros fueron abatidos paulatinamente con la asesoría de agentes del estado de Chihuahua. Los asaltos continuaron hasta el final de la administración y fueron señalados los mismos agentes de la Policía Judicial como los delincuentes, ante el disimulo de quienes dirigían las dependencias, así la Procuración de Justicia fue un desastre durante todo el sexenio. El funcionario nombrado procurador, asumió la titularidad sin ningún conocimiento de la función y desde su llegada perdió el control de la policía judicial, que endémicamente corrupta se pervirtió aun más. Los comandantes ejercieron el control de las bandas de delincuentes, propiciando de esa manera el crecimiento de los delitos y su impunidad.



Cuando el primer procurador dejó la dependencia para buscar una diputación federal su sucesor, otro improvisado, continuó por la misma ruta de la anarquía y la falta de control de los órganos de investigación, dejando la dependencia entre señalamientos de tortura a los detenidos. El tercer y último procurador no cambió las prácticas de la dependencia, era común que los asaltados cuando iban a presentar denuncia, se encontraran en las oficinas despachando a quienes los habían asaltado.



No fue ajeno el gobierno de Alberto Cárdenas a los señalamientos por manipular los procesos de contratación y adquisición de bienes y servicios para favorecer a determinados intereses. Uno de los escándalos se presentó durante el segundo trienio con el otorgamiento de contratos a despachos de León Guanajuato y el Distrito Federal, para la elaboración de los Planes de Desarrollo de las Regiones. Fue un abuso como fueron otorgados los contratos por la Secretaría de Administración. Como consecuencia los trabajos resultaron deficientes y a pesar de los señalamientos fueron pagados, como si hubiesen sido de calidad impecable.



Entre los empresarios de la construcción hubo inconformidad por la forma parcial en que se adjudicaba la obra pública. Las obras más importantes se otorgaron a empresas de funcionarios de la misma administración. Hubo además señalamientos sistemáticos de que se aumentaban los precios. Otra crítica recurrente al gobierno fue la realización de la obra sin planeación, predominando el interés coyuntural o la cobertura electoral.



Un sector de la administración sumamente afectado fue el del transporte público, se hizo una fuerte inyección de recursos, mismos que se perdieron entre las corruptelas de sus administraciones. Al término del sexenio Servicios y Transportes estaba en quiebra y el SISTECOZOME desmantelado. Grandes áreas de población urbana carecían del servicio, fundamentalmente de las colonias populares.



Una oportunidad que se presentó para lograr que el estado avanzara en el camino de las soluciones aplazadas, fue la reforma política a la que convocó Alberto Cárdenas en el año de 1996. La convocatoria fue atendida por los partidos políticos con representación en el Congreso del Estado y conducida por el propio Poder Ejecutivo.



Arrancó el proceso con desconfianza de todos los actores, la mesa de trabajo la presidía el secretario de gobierno. Se avanzó en temas importantes como la Procuración y la Administración de Justicia. Cuando se habían establecido importantes acuerdos preliminares, el Presidente Municipal de Guadalajara, sin considerar el esfuerzo que estaba haciendo el gobierno de su partido, saboteó los acuerdos de la Reforma Política mediante un acto de represión a comerciantes afiliados al PRI.



Dentro de los saldos positivos de Cárdenas debe destacarse el programa de las regiones del estado aún con limitaciones. El impulso que lograron las áreas de promoción económica fue significativo, se vivió el auge de la industria de la maquila como consecuencia de la apertura de las fronteras en el sexenio anterior y las políticas implementadas por las administraciones locales. Se tuvo especial cuidado en apoyar ese sector, mismo que languideció por distintas razones posteriormente. Impulsó además la certificación de sistemas de calidad en algunas áreas de la administración como el CAPECE e implementó sistemas que agilizaron los servicios de atención al público como el Registro Civil.



Al gobierno de Alberto Cárdenas debe reprochársele no haber entendido a la sociedad que le otorgó un apoyo electoral fuera de lo común. Su elección fue la oportunidad para realizar el cambio hacía la eficiencia y la honestidad, no obstante prefirió entregarse en manos de los intereses que lo apoyaron en su campaña. Así lo que se obtuvo fue continuar con los mecanismos de manejo utilitario del poder y la permanencia y arraigo de la corrupción, con la ineficiencia como parámetro.



domingo, 5 de diciembre de 2010

ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA






Durante el siglo veinte el crecimiento de las zonas urbanas y el despoblamiento de las rurales fue un fenómeno constante. La posibilidad de encontrar mejores servicios públicos y oportunidades de educación y trabajo entre otras razones, motivó a la población a desplazarse a los asentamientos más poblados. La movilidad geográfica de la población, así como el crecimiento demográfico, motivado por el abatimiento de la mortalidad, trajeron como consecuencia el crecimiento desproporcionado de las ciudades y la agudización de los problemas de dichas concentraciones.



La marginación social en vastas ciudades perdidas, que vivían en la pobreza fue uno de los resultados directos. Aparejados llegaron el clientelismo y la manipulación política, donde el populismo de los partidos políticos encontró un filón para sus intereses. Dicho fenómeno se presentó destacadamente en las organizaciones corporativas del Partido de Estado, surgiendo así los promotores de vivienda irregular, que a través de la venta indiscriminada de parcelas ejidales hacían jugosos negocios. Se crearon de esa manera, vastas zonas habitacionales sin orden ni servicios, que la promiscuidad y la miseria llevaron a muchos de sus habitantes a vivir en los márgenes de la legalidad.



La estratificación urbana que genera la presión de un crecimiento desordenado en las ciudades, causa inevitablemente una división social que se manifiesta en rasgos de colonialismo interno. Los habitantes de dichas zonas sufren la discriminación no solamente en la precariedad de su vivienda, sino también en la relación social, la ausencia de servicios públicos, la manipulación política y la represión policiaca.



Guadalajara en el año de 1893 tenía cien mil habitantes, el censo de 1900 le atribuye 101 mil y el de 1910, 119 mil. En 1921 se censaron en la capital del estado 143 mil y en 1930 resultaron 180 mil. El censo de 1940 aumentó a 229 mil habitantes y el de 1950 proporciona el dato de 377 mil. En 1960 se le atribuían 737 mil y en el año de 1964 se festejó el nacimiento del habitante un millón. El censo de 1970 arrojó 1 millón 383 mil en la Zona Metropolitana de Guadalajara, para el año de 1994 había aumentado a 3 millones 880 mil habitantes y en el censo de 2010 el número es de 4 millones 434 mil habitantes, esto es poco más del 60 por ciento de la población total del Estado que es de 7 millones 350 mil habitantes.



El crecimiento desproporcionado de la Zona Metropolitano ha generado una verdadera aberración urbana que ha colapsado los servicios públicos y afecta desproporcionadamente la calidad de vida de grandes asentamientos humanos, en tanto que los otros municipios permanecen desatendidos y cargados de carencias. Por su parte las políticas públicas del Gobierno del Estado y los municipios continúan erráticas y caprichosas, reforzando los círculos viciosos.



El crecimiento demográfico acelerado acabó por convertir a la Zona Metropolitana en un caso típico de macrocefalia urbana. El proceso trajo aparejadas tensiones y marginación social, trasladando la pobreza de las zonas rurales a los nuevos centros de población, que en su acelerado crecimiento no permiten la atención adecuada de los servicios.



Hasta la segunda mitad del siglo pasado el crecimiento poblacional era visto como positivo, aún en la década de los setenta se admiraba a las familias numerosas y la tasa de crecimientos del 3.5 por ciento generaba orgullo en los gobiernos. Sin embargo el crecimiento poblacional sostenido y los programas que abatieron los índices de mortalidad, llevaron al país a vivir la pesadilla que predijeron algunos estudiosos del siglo diecinueve.



Adicional a los problemas que generó el crecimiento desequilibrado, la improvisación de las políticas públicas actuó como efervescente del fenómeno. La torpeza de los gobiernos no solo se manifestó en la pasividad ante el aumento de la población, sino en la falta de previsión para orientar el crecimiento de las zonas urbanas, que se poblaron en forma anárquica. Tampoco supieron o no quisieron enfrentar el problema, entre otras medidas debieron haber creado zonas de amortiguamiento del crecimiento con reservas territoriales y oferta de suelo urbano. Se dedicaron en cambio a tratar de atender reactivamente el fenómeno, así creaban servicios donde se iba asentando la población.



La Zona Metropolitana continúa siendo víctima de los intereses depredadores que han hecho de la vivienda y del desarrollo urbano negocios sin límite. Dichos intereses han sabido comprar autoridades y representantes populares que se acomodan para diseñar legislación, reglamentos y acuerdos municipales a la medida de los interesados, en perjuicio de la calidad de vida de la población.



Si los gobiernos se hubieran preocupado por el futuro de las ciudades y sobre todo de la Zona Metropolitana de Guadalajara, tendríamos asentamientos equilibrados como sucede en ciudades como Colima y Aguascalientes. Debieron de haberse aplicado con oportunidad y eficiencia programas de planeación urbana que hubiesen amortiguado el crecimiento. Sin embargo aun es tiempo de revertir algunos de los efectos negativos del proceso, modificando en lo posible las áreas construidas y planeando hacía los años siguientes un crecimiento ordenado a partir de los asentamientos actuales.



La experiencia y las políticas que han aplicado otras entidades para enfrentar estos fenómenos, debieran servirnos de referencia. El Estado de Guanajuato es el ejemplo de cómo se deben crear polos de desarrollo equilibrado. Imitar su modelo podría conducirnos a reconstruir el balance perdido, con nuevos criterios de desarrollo regional, económico y social, fundamentalmente a través de las ciudades medias.